Hacer historia
Reflexiones en torno a Costa Rica como
sorpresa del mundial
1- Ser sorpresa
De
forma inesperada para el mundo futbolero Costa Rica dio la sorpresa en este
Brasil 2014: por el grupo D, el de Italia, Inglaterra y Uruguay, se clasificó para octavos. Primero
y poniendo varios suplentes el último partido contra Inglaterra que empató cero
a cero. Antes le había ganado a Uruguay e Italia. “Estábamos en el grupo de la
muerte, y ahora los muertos son los otros”, afirma Ruiz. Es el sabor de la victoria.
“Estamos
haciendo historia” es un enunciado corriente por estos días para los ticos.
Hacer historia ¿qué será eso? Sentir que se ocupa un lugar que nadie imaginaba:
“esta vez los italianos nos pidieron la camiseta”. Algo se invirtió. Tres
campeones del mundo afuera –incluso los que inventaron este juego, los
ingleses- y Costa Rica adentro. No solo expresando una mayor cantidad de
puntos, sino un mejor juego en varios pasajes de los partidos ante los demás
seleccionados.
Costa
Rica es una sorpresa porque si bien hizo una buena eliminatoria –segundo detrás
de EEUU clasificándose dos fechas antes del cierre- pertenece a una zona
mediocre desde lo futbolístico y posee una escasa historia mundialista: Italia
´90 donde tuvo su mejor rendimiento pasando a octavos, Corea-Japón 2002 y
Alemania 2006.
Sabemos
que un mundial es un acontecimiento en sí mismo. Como se dice de muchas
instancias importantes del fútbol –como los clásicos, por ejemplo- un mundial
es algo distinto. Equipos que venían bien pueden fracasar –Argentina 2002- como equipos que venían muy flojos logran una gran perfomance –Argentina 86-.
El
resultado y el desarrollo de un partido manifiestan la resultante de dos
fuerzas concretas como son dos equipos. Las selecciones además de avanzar casilleros
en la copa del mundo, muestran un tipo de juego determinado que se relaciona
con los atributos de cada conjunto, pero también de lo que hacen los rivales y
todas las contingencias que implican cada partido. Y a esto voy: los ticos se encontraron con resultados
y un nivel de juego interesante. Pero no solo eso, sino que reconoció su
situación y buscó aprovecharla. Costa Rica hace historia porque esa historia
apareció, se fue dando, pero también porque se exigió hacerla. Cuenta Jorge
Pinto, deté de “la sele”, en una entrevista pos partido contra Italia:
“¿Qué conversó
con sus jugadores en el camerino antes de enfrentar a Italia?
Queríamos
romper la historia y nos sentimos orgullosos de eso. Eso le pedí al equipo en
el vestuario, que saliéramos a cambiar la historia, a romper el camino y seguir
adelante. Cambiar
la historia, romper el camino. De eso se trata: de ganar posiciones en el mapa
geopolítico del futbol mundial.”
Cambiar
la historia, romper el camino. De eso
se trata: de ganar posiciones en el mapa geopolítico del fútbol mundial. Al
preguntarse Costa Rica que puede como equipo, y vislumbrar una posibilidad, es
fundamental que se la crea. Confiar en que es posible lo imposible. No temer al
triunfo. Como también es clave no creérsela de más. Sería absurdo que ahora los
ticos pensaran en ganar la copa del mundo. La autoestima baja, la falta de
intensidad para dar el salto, como afirmar una superioridad más que lo que se
puede, es parte del mismo problema: darle un estatus fundamental a la conciencia:
solo somos lo que pensamos ser; podemos ser todo lo que pensamos. El
reconocimiento de lo que se puede, de las potencias de los cuerpos tras
evaluaciones permanentes, dan lugar a un sinceramiento de fuerzas que se ponen
en un justo lugar: podemos ser más de lo que éramos, como que no podemos ser
más de lo que pensamos ser si no lo podemos.
Si
bien este creérsela de los que vienen de abajo es un tipo de mística futbolera,
hay otro tipo de mística, y es la de las potencias. Alemania es Alemania;
Italia es Italia; Brasil es Brasil… El problema es cuando el último recurso de
un equipo es recurrir a su historia y chapa ganadora: si el otro equipo se la
cree y tiene las oportunidades, será vencido. Tirar la camiseta como gesto
desesperado es el síntoma más preocupante del cambio de constitución de una
fuerza y su innegable declive (como aquel dios ya muerto del cual hablaba
Nietzsche, que solo convence a los débiles por la presencia de su sombra…).
2- Ser futuro (o presente próximo)
No
es la primera vez que un equipo menor le gana a una potencia en un mundial:
Italia pierde uno a cero con Corea del Norte en 1966 y nosotros con Camerún en
Italia ´90 por el mismo resultado. Estos fueron partidos-sorpresa. También hubo
equipos-sorpresa, como Bulgaria en el ´94 o Bélgica en el ´86. Más allá de lo
alcanzado en un mundial en especial, hubo selecciones con grandes camadas que
nunca más se repitieron como la Hungría de mediados de los ´50 de Puskas, hasta
la Dinamarca que ganó la Euro ´92 con los hermanos Laudrup y Peter Schmeichel. Otras selecciones que venían sin historia comenzaron a formar buenos equipos que si bien no
lograron triunfos resonantes, se ganaron un estatus importante en el concierto
de las selecciones del planeta hasta el día de hoy, donde Holanda es el caso más ilustrativo (tiene
razón Luisito Van Gaal cuando tiró hace poco “Holanda no necesita ganar un
mundial para tener el respeto del mundo”).
Hay
varias coyunturas más que explican diferentes mapeos del mundo futbolístico con
su repartija de fuertes y débiles y las mutaciones que han sufrido a lo largo de
la historia, corta historia de este deporte. La pregunta es ¿cómo el hacer
historia podría ser más que una sorpresa mundialera?
Todo
depende del desarrollo de las fuerzas productivas futboleras de cada nación:
desde una tradición en la formación de jugadores hasta infraestructura, como un
marco social donde reposa el crecimiento del juego en cada país, desde algo tan
básico como es el deseo generalizado de jugar fútbol en las nuevas
generaciones. Mientras que el caso
español nos demuestra la posibilidad de un crecimiento vertiginoso de estas
fuerzas productivas con un éxito rotundo, la situación de Venezuela invita a
pensar que no faltará mucho para que la eterna Cenicienta de Sudamérica entre a
la máxima celebración de nuestro amado juego, la copa del mundo.
Volviendo
con Costa Rica, un dato interesante: según Pinto, prefiere enfrentarse a
equipos grandes. ¿El motivo? Porque los conoce. Gracias a la globalización
accede una enorme cantidad de información que le permite conocer con más
precisión a estos rivales y por ende preparar su partido de mejor manera. Así
es el fútbol y su política tan particular: la globalización favorece a Costa
Rica en detrimento de Italia e Inglaterra.
Quedará
para los ticos que es lo que pueden de ahora en más, no solo en este mundial
sino en las próximas décadas futboleras por venir. Lo que si me interesa ahora
es que pensemos sobre Argentina: ¿cuántos de los actuales jugadores de la
selección jugaron poquísimos partidos en sus equipos de origen? ¿Por qué a
tantos jugadores no les conocemos mucho la cara, ni recordamos sus inicios en
nuestro fútbol? Ahora sí, literalmente, un jugador con un puñado de partidos se
va. Aunque ya directamente los jugadores se van estando en las inferiores, o
casi como infantes en clubes-escuelitas que ofrecen jugadores como materia
prima valiosa en diferentes mercados del mundo. Ya ni siquiera se exportan los
jugadores ni bien asoman la cabeza en primera, sino que directamente se los
llevan de la incubadora como cotizados commodities.
Alguien
dirá que estos pibes son argentinos y que con primeriar en papelerío a otros
países hacemos que jueguen para nuestra selección, pero ¿son jugadores argentinos? ¿Qué estilo de
juego van mamando? A su vez ¿Cuándo hablamos de una forma de juego que nos
interpele, con buenos jugadores, solo nos importa que logre resultados? Como
también es clave pensar si una buena selección es nuestra prioridad afectiva
como futboleros, o si cuando nos preguntamos por nuestro fútbol lo más
importante es el campeonato criollo y cada uno de nuestros equipos…
Preguntas
que necesariamente nos ponen a nosotros los hinchas en el centro de la escena,
ante la necesidad de activar acciones que potencien la creación de fútbol en
Argentina, y no quedarnos despotricando frente a lo que se ve en nuestras
canchas como espectadores insatisfechos por el servicio adquirido, más todavía
cuando termine este mundial y nos pegue la resaca de volver a lo nuestro,
extrañando horrores ver tantos buenos partidos, goles y varios pases seguidos.
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