miércoles, 31 de julio de 2013

Patricio rey metió la cola




Fueron dos días que conmovieron al mundo ricotero. En pocas horas se agotan las 50 mil entradas para el show del Indio Solari en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza. Con la velocidad de lo inmediato, el anuncio se viralizó por redes sociales y foros que devinieron nodos de expresión de la impotencia y el malestar.

Un comunicado firmado por Indio y su equipo, pide disculpas por la situación y promete un nuevo recital en diciembre, parece que no hay vuelta atrás, “en los estadios cerrados no se presenta la posibilidad de modificar lo que el espacio físico limita”. Una frase que, inconcientemente, hace mella en el imaginario redondo de disponerse hacia lo ilimitado e infinito; copar la luna, habitar masivamente autódromos o hipódromos que no son más que mesetas sin estriar en donde se diluyen las fronteras entre el púbico y el horizonte, viajar por todo el país (en este sentido, Mendoza es tierra de barbaros, aún no anexada al dominio del Rey Patricio) ir a un recital con o sin entrada (pero nunca verse con el inédito cartel de sold out), pactar fidelidad hasta después de la muerte.

jueves, 25 de julio de 2013

Días felices

Algunas reflexiones sobre escolaridad, malestares sociales y suicidio, a partir de la película “Profesor Lazhar” (Dir. FalardeauProducción canadiense, 2011).














1- El suicidio como acontecimiento

La película arranca con una muerte: una docente se ahorcó en un aula. Estamos en Canadá, en una escuela pública supuestamente venida a menos, pero que no deja de expresar una realidad muy lejana a la nuestra.

Una docente que se llama Martine se suicida. Se quita la vida en la misma aula donde daba clases todos los días a unos chiquitos de 12 años. Dos alumnos –Simón y luego Alice- descubren el cuerpo colgando. La escuela conmocionada. Chicos que no pueden dormir. Padres exaltados. Una plana directiva que se presenta segura y decidida pero que en el fondo tiembla dubitativa.

Los días pasan. Se presenta un maestro para ocupar el cargo disponible tras el deceso de Martine. Se llama Bachir Lazhar. Es argelino y atraviesa un juicio que puede deportarlo (de todo esto en la escuela saben pero no dicen nada).

En el colegio se hace todo lo posible para que el acontecimiento no acontezca: las menciones al acto de Martine son relegadas de la rutina escolar: se desconoce cualquier referencia al mismo como a su vez los alumnos quedan en terapia con una sicóloga (terapia que la cámara nunca captura).

jueves, 11 de julio de 2013

400 Golpes

Saberes, afectos y convivencias de pibes en gimnasios de MMA.





1- Descubrimiento

Sexto año, materia de filosofía. Pido un labarito sobre la noción de conocimiento en Nietzsche. Nahuel –Cuello, para todos- me entrega un trabajo sobre los gimnasios de “Vale todo” (mejor dicho Artes Marciales Combinadas -MMA-; “Vale Todo” es entendida como una denominación peyorativa para muchos que lo practican).

Que Cuello entregue un trabajo ya era mucho. Un pibe que si bien iba a la mayoría de las clases y participaba, no hacía los exámenes y tenía pésimas notas. A su vez se llevaba mal con muchos compañeros, y cuando llamaban a la madre -del padre hace años que no se sabe nada-, nos explicaba la directora que esta decía que su hijo hacía tiempo que no le daba bola, y “menos últimamente que andaba drogado”. En ese laburo que hizo para la materia Cuello hablaba de los gimnasios de MMA con un tono muy cebado. Cuando se lo devolví charlamos un poco y tiraba de un lugar con mucho compañerismo, que cuando arrancaban se ponían en círculo con la luz apagada para meditar y que eso estaba buenísimo, y que el gimnasio lo estaba ayudando con algunos vicios, entre otros comentarios.

Me fui dando cuanta que varios pibes de diferentes escuelas hacían MMA, expresando un momento copado para ellos. Algunas preguntas empezaron a revolotear ¿Qué significa ese compañerismo? ¿Que tipos de saberes se generan ahí? Partiendo de un acercamiento desde una perspectiva clínica que logre bucear en una experiencia ambigua, compleja, fui dialogando e intercambiando impresiones tanto con gente que maneja gimnasios como de varios pibes que van a diferentes espacios de lucha en el oeste. Preguntas que no me interesan simplemente para saber de ellos, cual antropología compasiva, sino para postular preguntas que trascienden esa práctica y que puedan inspirar a responder interrogantes que nos formulamos en nuestra propia vida, como lo generacional, diferentes formas de crear conocimiento, dispositivos de convivencia, la incubación de politicidades, y maneras de habitar lo precario, entre otras tantas.