El
maternalismo: introducción a una lógica social contemporánea
Ensayo
a partir de la película “Perder la razón” (Joachim Lafosse,
Bélgica, 2012).
1- La construcción del maternalismo
Estamos
en Bélgica: una pareja de veintipico largo al toque de ponerse de novios decide
casarse y estar juntos “para toda la vida”.
Mientras Murielle es nativa de Bélgica su novio Mounir es de Marruecos, viniendo de
pibito. Mounir tiene su padrino: André. André es
un médico ya mayor de edad con una buena posición económica. Si bien no es el
padre biológico de Mounir, es
quien lo crió y protege en Europa.
Mounir y André tiene una relación muy
especial: Mounir tiene problemas para estudiar y André le hace los ejercicios;
a Mounir se le dificulta para conseguir laburo, André lo contrata en su
consultorio.
Pero la
ayuda de André no termina con su ahijado: la pareja se casa y al poco tiempo
llegan los hijos y problemas varios: gestión de las tareas hogareñas, crianza
de los pibitos, necesidad de billete... Ahí lo vemos a André siempre presto
para ayudar: no solo aportando una buena moneda, sino con regalos, la compra de
una casa, dando certificados para que Murielle se tome licencia y no vaya más a
trabajar, como hacerle upa a los bebes para que dejen de llorar.
Mounir
como individuo y la pareja que conforma con Murielle se
sostiene en su efectuación cotidiana en gran parte gracias a la ayuda de André.
Pero es inevitable la pregunta: ¿qué tipo de conexión se despliega? Por ende
¿qué clase de pareja van a constituir Mounir y Murielle? Observamos
la presencia del maternalismo como lógica social.
El
maternalismo es una matriz social que si bien la percibimos en este caso en la
onda familiar, excede y desborda a la misma.
Es una lógica de cuidados e intercambios que se dan entre los individuos.
Ante el cúmulo estructural de cortocircuitos que se manifiestan en nuestra vida
contemporánea se abre un campo de fuerzas protector. Se banca a las personas
reconociendo sus deseos y sosteniendo la condición de posibilidad de concreción
de los mismos.
Como
vemos en la peli se brinda en los intercambios un capital económico –dinero,
casa-, como capital social –recomendaciones a profesionales de primera para
tratar malestares-, y capital afectivo –contención para atender chicos
hinchapelota.
Como
cualquier dispositivo el maternalismo cuenta con sus roles específicos y una
serie de saberes, sensibilidades y hábitos que se requieren para darle vida. En
el puesto del que ayuda encontramos alguien cálido, permisivo y afectuoso que
se preocupa por satisfacer los deseos de los demás. André como padrino debe
aprobar el casamiento de su ahijado y la mujer que elija; pero con Murielle, André no tiene problema y acepta
el gusto de su ahijado sin que sea necesario que él lo apruebe.
En el rol
de los protegidos, estos no solo
descansan plácidamente en una dinámica que les permite acceder a un estándar de
vida de clase media como así también lograr cierta estabilidad frente a los cimbronazos de
la rutina contemporánea.
Por eso
es importante que recordemos que las conexiones que constituyen el maternalismo
no se dan en el aire: se parte de una trama social con sus diversas
constelaciones de clase, género y generacionales, entre otras. En este caso
vemos a un Mounir que sale de su moratoria social y diambula desorientado, y a
una Murielle para quien se abre
la posibilidad de construir una pareja y disfrutar de un nivel de vida familiar
que con su laburito de maestra no lo va a conseguir nunca.
Si en
tiempos precarios es difícil armar una vida autónoma, la lógica maternal
–no necesariamente familiar como tampoco sexualmente femenina- se manifiesta en
el caso de la parejita de Mounir e Murielle como una
lógica que permite el arribo de la fantasía colectiva del consumo y el
bienestar tecnológico como estatus colectivo. Pero fundamentalmente, el
maternalismo es un regazo ontológico para soportar nuestra época como
intemperie y dificultad intensa para el lazo social.
2- Afecciones y guerra de composiciones
Como
cualquier lógica el maternalismo genera sus propias afecciones. El sistema
empieza a afectar negativamente a la pareja. En especial a Murielle: empieza
a sentirse agobiada por la presencia de André y reclama por su propio lugar.
En una
vuelta Mounir habla con su padrino y le
plantea la posibilidad de que con su mujer y sus hijos se vayan a Marruecos,
donde Murielle se siente a gusto; André
estalla. Se queja afirmando “me dejan luego de todo lo que les di”. La bronca
del padrino no se relaciona solamente con que su ahijado pueda irse a Marruecos
y desista de quedarse en Europa tras sus esmerados esfuerzos para radicarlo,
sino que hay un deseo que naturalmente no puede bancar: ser desmantelado el
sistema maternal y que él ya no ocupe el rol de protector que tanto le place.
Pongamos
ahora atención en
Murielle De más
está decir que si Mounir no se enfrente a su padrino y cede al chantaje
maternal se genera una tensión y la pareja se agrieta. Pero a su vez Murielle no busca romper con el sistema
completamente, como tampoco quiere quebrar la relación con Mounir, pero
claramente el escenario familiar así planteado no va más. En estas ambigüedades
se irá debatiendo su existencia.
De ahora
en más las afecciones que provoca el maternalismo en el cuerpo de Murielle serán intervenidas de dos
maneras: por un lado por la misma lógica maternal, y por otro lado,
emprendiendo conexiones alternativas.
Desde el
maternalismo el padrino compra una casa más grande, propone contratar una
niñera, hace certificados para que Murielle falte al
laburo y la deriva con una buena sicóloga de confianza. Si bien se afirma el
maternalismo como intervención en los malestares de Murielle bajo la misma lógica que los
provoca, puede haber resignificaciones: gracias a la sicóloga Murielle empieza a elaborar sus
inquietudes en un sentido diferente a como lo venía haciendo.
Pero
también encontramos empalmes entre Murielle y otras
vidas que le permiten afirmarse en un lugar distinto del que lo hace en su
rutina. Hablamos de los viajes a Marruecos. Murielle hace muy
buena onda con la madre de su marido. Le gusta el lugar, la pasa bien.
Aunque
sabemos que la familia no se irá a vivir a Marruecos y tampoco el padrino se
banca que Murielle en Bélgica desarrolle una vida
vinculada con ese mundo (“sácate eso” le grita cuando la ve con ropas
marroquíes). Mientras tanto la mecánica del maternalismo asfixia cada vez más
(se fueron a una casa mas grande, Murielle casi no labura, pero no hay un
afuera de esa vida que se siente como una constante pérdida de autonomía).
Para Murielle se pone
cada vez más turbulenta la relación con André, con su marido y consigo misma.
Hay un punto culmine en este devenir: al ser conocida del médico que la deriva
-André-, la sicóloga no la puede seguir atendiendo. Desconectada de la sicóloga
y de su suegra, para Murielle no hay alteridad del
maternalismo del cual aferrarse. La chica sobrevive:
queda atrapada en un mundo familiar que no soporta y sin imágenes de qué hacer
para zafar quedándose cada vez más lejos de sí. La situación va empeorando y
las coordenadas vitales de Murielle se desploman. Irrumpe el
desquicio. Una tarde llama a la policía pidiendo ayuda afirmando: “maté a mis
hijos y me quise suicidar y no puedo”.
3- Percepción, destino y acontecimiento
En el
trayecto de Murielle hay dos momentos fundamentales:
el primero es cuando con Mounir se enamoran y forman una familia bajo la lógica
maternal; el segundo cuando se ve seriamente afectada por su falta de autonomía
y se derrumba matando a sus hijos y con intentos de suicidio.
En ese
entre-medio se va cocinando su vida. Sabemos que Murielle conforma
una pareja con Mounir. Esa pareja se constituye en relación con André, padrino
de Mounir. Murielle queda atrapada en una
contradicción que nunca resolverá: anhela distanciarse de André, pero no desea
romper con Mounir, como a su vez este no
quiere romper con su padrino. En esta complejidad vemos a una Murielle que
mientras en un principio es feliz en una relación reactiva, luego pasa a
sentirse agobiada para terminar colapsando. Este panorama sabemos que contó con
sus fugas: la relación de Murielle con su suegra y el intercambio
con su sicóloga; relaciones que no prosperaron para que Murielle
sostuviera otras lógicas que aquella que la afectaban tanto. Y este no
prosperar permitió que la lógica maternal para permanecer en su ser y afirmar
su propia dinámica, se termine devorando a uno de sus componentes: Murielle.
Como
vemos, las etapas de alegría, agobio y desquicio, no son lineales. Un problema
político es la percepción en velocidad de la trama de destinos que se
entretejen en el devenir de la vida. Por un lado como capturar hacia donde
vamos, y por otro, que conexiones alternativas existen para modificar eso que
nos estamos volviendo a partir de las composiciones que nos producen en el
movimiento de nuestra rutina precaria.
De alguna
manera estamos frente a una contradicción: por un lado no podemos controlar
todas las conexiones y desconexiones que nos afectan en la trama social en la
cual estamos insertos; pero los acontecimientos no se dan de golpe y se tejen
subterráneamente, manifestando signos que circulan más o menos visiblemente. En
el film vemos a la hermana de Murielle tildándola de “mantenida” y
poniendo en duda que significaba eso para su vida, como el abrazo que se dan Murielle y su suegra en el aeropuerto,
como si la señora supiera que se aferraba a un cuerpo que se estaba disolviendo
y le esperara un mal presagio, y por último, como no mencionar el llamado de Murielle a su ya ex sicóloga, para
expresarle que tiene miedo por la recurrencia de “pensamientos oscuros”.
Sabemos
que un acontecimiento es un hecho que desencaja nuestras formas de comprender y
sentir en el mundo; pero también, no es un hecho desconectado de todo lo real y
existe una serie de circunstancias que se van entretejiendo que despiertan la
curiosidad por el devenir que puede ir tomando la vida (todavía no podemos
saber que, como, donde, pero hay algo puede pasar…). Lo que queremos decir es
lo siguiente: si, es inevitable la sorpresa ante lo insólito que nos preparan
los avatares del mundo, pero al mismo tiempo, estar disponibles para accionar
siempre desde el acontecimiento es un síntoma de una pobre lectura de lo real
(¿hacía falta que Murielle mate a sus hijos e intenté
suicidarse para que su marido se interrogue sobre el régimen de vida que
comparten?).
Y que
quede claro que cuando decimos pobre
no hacemos referencia a un simple problema de complejidad reflexiva: se trata
de escasos vínculos y sistemas de intercambio con los otros que dificultan un
pensamiento sobre nuestras vivencias en el mundo. Pensamiento que pre
acontecimiento no puede concebirlo –si fuera así este último no sería tal-;
pero nos preguntamos por una percepción que pueda capturar movimientos
minuciosos que desbordan los casilleros preestablecidos de esa pantalla de
juego que es lo social.
Trabajo
político el de la percepción que se hace complejo también por tratarse de
tiempos precarios, donde hay una interferencia estructural entre nuestras
percepciones, afectos y acciones: cuando nos afectamos por lo que percibimos y
nos dedicamos a actuar, nuestros afectos son diferentes por cambios en nuestras
percepciones y dejan en orsai nuestro hacer.
De lo que
estamos seguros es que la lógica maternal es una matriz vital contemporánea que
funciona en base de la satisfacción de deseos ya socialmente prediseñados como
la contención emocional de cuerpos saturados en la incertidumbre y el miedo por
su vida. La consecuencia: una felicidad triste, una existencia que no perfora
el mapeo del mundo que lo constituye abriendo otros posibles para su proyecto
vital, sea consigo mismo como con los otros. En una época donde frente al
ventajismo del otro se opone un agite por afectos como el amor (“si no hay amor
que no hay nada entonces”), queda demostrado que las emociones deben comprenderse
en relación con formas de vida que implican diferentes sentidos. El
maternalismo expresa una lógica reactiva donde el otro no coopera para que cada
uno sea libre, sino en tanto sea feliz bajo parámetros determinados y siempre
dependiendo de su ayuda. Como última muestra leamos a Guardiola, gurú de
manejos de grupo y relaciones humanas para muchos:
“Yo
apoyo a quienes aceptan mis decisiones, pero esos que no quieren entender se
sientan en el banco. Soy un gran amigo de mis jugadores cuando estos
aceptan lo que digo”.
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