Algunas
ideas a partir del shopping en San Justo
1- El shopping
Cerca de la rotonda de San Justo emerge un zarpado complejo donde uno de sus componentes es un shopping. Entre comercios minoristas y mayoristas, bailantas y templos evangélicos, irrumpe en la geografía de la Ruta tres un shopping ¿Qué hace un shopping en San Justo? Si bien a pocos minutos estamos cerca de la calle Arieta, típico centro comercial del municipio cabecera de La Matanza, es esta nueva plaza comercial un alto contraste con mi memoria cercana de estos lugares (en Laferrere y Catán, si bien más pequeños, hay otros shoppings).
Inaugurado en
diciembre del 2009 con una inversión de 500 millones de pesos por el grupo
inversor Continental Urbana, el shopping es gerenciado por GLA, empresa que
también gestiona el de Liniers, Catán, y Pacheco, entre otras incursiones. Convive
en el mismo predio con un Wal-Mart, un Easy, un Open Park, y una estación YPF
conforman un imponente complejo industrial, comercial y de entretenimiento. Si
bien cualquier intervención está atada a la incertidumbre de época y debe
armarse y desarmarse según las coyunturas lo requieran, existe un diferencial
de duraciones entre las coordenadas que se arman; el shopping no es un amigo
africano con un par de relojes en la puerta de un banco, sino que implica algo
grande que viene para quedarse.
Generando cerca de
1000 fuentes de trabajo, la estructura del shopping está conformada por dos
plantas: en la baja hay alrededor de 90 locales de grandes marcas que pagan
alquiler, llave y canon publicitario (la abrumadora mayoría es de ropa pero las
grandes ventas se concentran en indumentaria deportiva y tecnología) y en la
planta alta encontramos un patio de comida, espacio de juegos y un salón con
capacidad para 100 personas donde se presentan diferentes espectáculos. A su
vez el centro se conecta con 6 salas de cine Cinemark –una 3D- y un
estacionamiento gratuito para 2000 autos. El shopping tiene su cuenta de Facebook
y página Web, y una amplia difusión por la zona contando como referencias
publicitarias a Zaira Nara como figura visible y eslóganes tales como “Muy
nuestro” o “Nos une”. Con presencia de gendarmería en la zona y un férreo
aparato securitario en su interior compuesto por seguridad privada, la
bonaerense y cámaras por doquier, se corporiza entonces uno de los eslóganes de
la gestión municipal: trabajando seguros.
Encaramos la dinámica
del shopping como el emergente de la relación entre grupos de inversión,
gerenciadoras y una heterogénea masa de consumidores. Este emergente se da por
un juego de apropiaciones y capturas mutuas de afectos, recursos,
temporalidades, memorias, estéticas, entre otras tantas cuestiones. Mundillo
que funciona claramente con una lógica precisa, que es la del consumismo como
forma de vida. Pero no deja de manifestar matices con respecto a otros centros
comerciales, como a su vez, intentamos percibir otras lógicas de vida, más embrionarias
y latentes, pero que no dejan de habitar estos espacios.
A partir de que el
consumo en estos años es uno de los pilares que mueve para arriba nuestra
economía, el consumo popular fue emparentado comúnmente con espacios informales: desde el monstruo de
la salada hasta las tiendas callejeras, con puestos o mantas que circulan con
más o menos velocidad por la ciudad tomando algunas forma más masiva como el
caso de la calle Avellaneda. Si bien pensar en términos de formalidad e
informalidad es reproducir la idea que aquellos entendido como formal es lo
genuino y normal, como a su vez niega la infinidad de vasos comunicantes que articulan
dichos términos, investigar políticamente las formas en las cuales el consumo
se activa en instituciones globales con rasgos plebeyos que se rigen por lo
legal, es algo que merece ser pensado como condición de época y de nuestras
vidas.
2- El crédito como potencia y pertenencia
Un amigo me manda
un mail. Es un twitt de Cristina:
“¿Saben
cuál es el shopping que más ventas y facturación tiene en la Reública Argetina?
No está en recoleta, no está en Palermo. Está en la matanza. ¿Cuándo matanzeros soñamos con tener un
shopping en matanza? Los shopping eran para los muy ricos, en el centro de Capital.”
Cuando
preguntábamos a vendedoras del shopping por esta frase nos encontramos desde con
un “esa tipa está loca” hasta un “puede ser: nosotros acá vendemos igual o más
que en Palermo”. Pero más allá de la veracidad o no de ese puñado de palabras nos interesa destacar el sustrato epocal que expresan.
Una: el consumo como parámetro de felicidad. Dos: amplios sectores sociales
desfavorecidos para acceder a esta dicha, ahora
pueden.
¿La causa? Una década ganada. La proliferación de dinero
bajo el tridente del ingreso laboral, asignación universal y jubilaciones en
poblaciones que habitan espacios geográficos antes postergados. Si la patria es
el deseo de acceder a las promesas del mercado, la jerarquía social se juega en
cómo se habita esa nación publicitaria. Ahora decimos que vastos sectores la
pueblan con frecuencia; ya no son nómades que de golpe o casualidad la visitan,
sino que se radicaron con todo derecho. ¿Pero de qué manera lo hacen?
La tarjeta como
segundo DNI. Pero no cualquiera. Vendedoras del shopping nos dicen que la gran
mayoría de la gente compra con tarjeta. Algunos nos dicen que el 50 y otros el
75 por ciento lo hace con visa. Lo cual significa que esa gente tiene un
laburito en blanco. Pero también aparecen las tarjetas genuinamente populares
como la Shopping o la Naranja, la que según algunos pibes “ni loco las ves en
el Unicenter o el Dot”.
Con más de 26
sucursales en el gran Buenos Aires, Tarjeta Naranja se dirige a sectores medios
bajos. Iniciando su campaña comercial en el interior del país, se instala en
territorios que cuenten con tres características: más de cuarenta mil
habitantes, con centro comercial propio e índices de ingreso económico en las
poblaciones que hagan sustentable la inversión.
La presencia del
crédito no es menor. Si el 50% de lo que trabajan –ocho millones- vive con
menos de 3800 pesos por mes y la mitad de esa gente con menos de 2000. Ante los
índices de inflación el crecimiento del consumo solo se explica para estos sectores
por el crédito. No solo como medio de abundancia, de acceder a más y más, sino
directamente de pertenecer.
Si para el rol de
vendedor en el mercado no interesa el origen del medio de cambio que le
presenta el comprador, hay que decir que al comprador si le interesa. Y mucho.
No es lo mismo una tarjeta que otra. La tarjeta como signo y como potencia
efectiva de pertenencia. Por un lado el trabajo representa una instancia vital
importante en sí misma, como para otros solo una fuente de ingresos más entre
otras para darse la dolce vita. Las
posibilidades de crédito que abren cada uno no es algo menor y determina una potencia
para gestionar satisfacciones. No solo las dimensiones del mundo de vida que se apropia alguien
implica una diferencia de estratos, sino los mecanismos para conquistar deseos
son estandartes más que importantes para las personas.
De ahí que nos
preguntamos por cómo se reconocen estas poblaciones con nuevo pasaporte en la
pirámide social. Una investigación afirma que el 80% de la población del gran
buenos aires se define de clase media. Otra vez: más que interesarnos si esto
es cierto o no nos parece que lo importante es saber ¿Qué valor se proyecta en
esta identificación? ¿Qué define una clase? ¿Solo los niveles de ingreso? ¿Qué
quiere decir cuando hablamos de popular? Preguntas que no son exclusivas del
conurbano o la Argentina siquiera, sino de gran parte de la región, atestada
por aquello que muchos llaman “nuevas clases medias”.
3- Espacio y sociabilidad
El shopping no
implica solamente la posibilidad de efectuar diversas transacciones. Es un
ámbito de socialización, un configurador de hábitos.
Por un lado encontramos
la arquitectura típica de un shopping, estructura global si las hay: distribución
de locales y marcas, patio de comidas, cines, entre otros. Pero al mismo tiempo
el shopping manifiesta una serie de singularidades: el ofrecimiento de espectáculos
de corte popular. Un ejemplo es la presentación de bandas de chamamé en
conmemoración del aniversario de la fundación de Santiago del estero. Con
poblaciones migrantes o descendiente directos, el chamamé es un ritmo que convoca
(la sala explota, queda gente afuera agitando…). Hablamos de un show gratuito y
solidario: se reciben contribuciones para donar a un comedor. Ya nos va
quedando claro lo siguiente: en el shopping lo popular es parte de la oferta y
no simplemente una de las formas de apropiación de lo ofrecido.
El shopping a su
vez en su dinámica interviene reconfigurando tramas relacionales de otros
espacios, y también en su propio movimiento emergen conflictos y nuevas
articulaciones. Veamos.
Sobre lo primero el
shopping sirve por un lado como ámbito de afirmación de lazos ante una familia
desarmada: muchos hombres separados solos con pibitos en día de tenencia,
chicas que van con la madre en relación de complicidad-amistad para charlar de
“cosas nuestras”. Pero por otro lado pibes que van ahí no solo por el deseo de
lo que implica, sino como posibilidad de no estar donde no quieren: la casa. El
shopping irrumpe como un lugar para territorializarse ante la dificultad de
hacerlo en campo minado como el nido
familiar.
Con respecto a la socialibilidad
que se despierta en el propio núcleo del shopping, surgen diferentes juegos de
oposiciones:
La primera es
entre los comerciantes y los que “vienen a pasear y no compran”. Las tardes en
el shopping, en especial los fin de semana, están abarrotados. De esa masa
pocos compran según los vendedores. ¿Quiénes son estos? “La gente de los
kilómetros”. La gente de los kilómetros o “los que vienen del fondo” son
denominaciones peyorativas que bardean a un clase de gente con una estética y
onda específica: color de piel, contextura física, manera de vestirse, de
caminar, reírse. A su vez mucha de esta gente son pibes (“aca hay mucha
pendejada” nos tiran). Esta presencia refuerza la postura de que no compren
(“vienen más a boludear”). Vale decir que hay un contraste entre los vendedores
y quienes concurren al lugar: la mayoría son mujeres de tez blanca, más bien de
una onda clase media.
La segunda
oposición se da entre pibes. Chicas de Tapiales que se preguntan porque el shopping
de San Justo no puede ser como los demás. ¿Que tiene esos demás? “Gente que se yo, normal…” Nos dicen que molesta mucho
la presencia de chicas morochas, pintarrajeadas, que gritan, mueven las manos,
sacan pecho, se hacen las cancheras, que les miran los novios y las buscan para
pelear.
Tanto en hombres
como mujeres, irrumpe el miedo a que los roben: “con esa gente ahí, yo no
compro nada”. Aparecen relatos de experiencias de robos (en los arbustos que
están a la vuelta salieron de atrás y me afanaron… ya dos veces). Nos cuentan
que en días especiales –de la primavera o el amigo- como en algunos finde se
ponen vallas y se pide documento. Varias veces hay quilombos de piñas entre
pibes y se rompieron vidrieras.
No es difícil percibir
como los que están hablando son cuerpos atemorizados y a disgusto con el lugar.
Encontramos una subjetividad poco típica del consumidor: no es el paseante
zombi, extasiado y perdido en un entorno imaginal, sino alguien atento, casi
paranoico de lo que sucede en el sitio. Miedo que no aparece en pibes de
Casanova como tampoco un rechazo a los demás chicos que circulan por el shopping.
Episodios de peleas y rotura de vidrieras son conocidos y reconocidos casi como
comunes, pero provocan risa y no se dramatizan para nada.
Es interesante
destacar que aquellos que van al shopping y que no les gusta mucho su onda y
van igual, pero añorando otros mejores, es porque no les queda otra. Una suerte
de fatalismo los anima. Una situación que expresa sus limitaciones geográficas,
de clase y generacionales (“mi vieja con el auto va a donde quiere, nosotros
para ir al cine tenemos que morir ahí”).
Para terminar con
este punto: el tema de pedir documento a la entrada no es menor. Se pone un
filtro a la libertad de mercado. Consumir en el shopping de San Justo no es
solo sacar plata o una tarjeta del bolsillo y activar una transacción. Dar vueltas,
mirar, sentarse, charlar con amigos, es parte de la experiencia que ofrece el
lugar. Pero lo que para algunos cuerpos es leído como paseo, para otros es
merodeo. Hay una circulación del espacio que resulta familiar y otra que
expresa caos, barbarie. Aquellos que porten lo signos de lo peligroso quedan
afuera. El DNI de ciudadano ahora pesa más que el DNI de cliente, como es la
tarjeta.
4- La distribución de la riqueza (un problema familiar)
Una vendedora nos
tira lo siguiente: “Lo que pasa que muchas de las marcas son para hombres.
Habría que poner más para mujer. La mujer es la que más arrastra a comprar... Es
verdad. Si hubiera más negocios para la mujer el shopping sería mucho más
todavía.”
Interesante pensar
la subjetividad femenina como consumidora. La mujer adulta como ya mayor, de 50
para arriba –la misma que inunda los bingos- como protagonista de la economía
de mercado. Si decimos que en la década perdida la mujer debió salir a
pucherear para bancar una casa sin ingreso por la desocupación de los hombres,
ahora muchas mujeres cuentan con un ingreso propio como el de sus maridos.
¿Cómo se traduce en la dinámica familiar
esta secuencia? Mucho se hablo estos años de distribución de la riqueza a nivel
país con sus sabidos conflictos –la 125, por ejemplo-. Ahora. ¿Cómo se dio y se
sigue dando la distribución del ingreso a nivel familiar? ¿Qué batallas, más
silenciosas pero no menos impactantes, se desatan por este problema? Preguntas:
¿Cómo se reparte la plata en el hogar? ¿De qué gastos se ocupa la mujer? ¿Quién
le da la plata a los hijos?
Una muestra de
todo esto es el caso de pibes que se pusieron a laburar para “tener mi plata”.
Uno de los pibes de Casanova se puso a laburar en una herrería. La madre le da
guita a la hermana nada más y el padre no pone plata para nadie, así que él
labura. Otro guachín de Ciudadela se pelea siempre con la madre: no le gusta
ayudar en la casa, cuidar a su hermanito es algo que “me rompe las pelotas”.
Cuando la madre se calienta no tiene plata y entonces se mandó a laburar en
animación de fiestas infantiles. La guita la gastan en ropa y salidas como
crédito para el celu.
5- Consumo y gobierno: guerra de capturas
Hace más de 10
años el paisaje urbano de estos puntos geográficos eran intervenidos en tanto
que no explote la cuestión social. Sin negar procesos de exclusión que afectan
estas zonas, ahora se abre un nuevo paisaje social: la gente de los kilómetros visita un shopping: pasea, come, va al
cine, compra marcas. Sin ánimos de hacer vaticinios onda profecías, pero con la
necesidad de tirar algunas preguntas ¿Qué conflictos en potencia se activarían
a partir del cese de la circulación de ingresos populares en estos enclaves
territoriales? Sea por motivo de una devaluación, de un enfriamiento de la
economía, o por una inflación que deteriore los ingresos y no haya crédito que
le haga frente. Gustavo Ferrari, asesor de de Narváez,
vislumbrando un poskirchnerismo afirma:
-¿El vínculo con Moyano se mantiene?
-Claro, ojalá que para lo que se viene
podamos estar todos juntos bajo este gran paraguas del peronismo. La que viene
es fea y dura. Complicadísima, casi te diría que se va a necesitar de gobiernos
de coalición.
-¿Qué ve?
-Al tener prácticamente 13 millones de
electores que reciben dinero directo por parte del Estado, el día que no tenés
más efectivo vuela todo por los aires.
Hablando con un
amigo imaginábamos un escenario distópico donde los shoppings asomaban como
grandes estructuras vacías, espectros como lo fueron las fábricas en el
desierto urbano noventista neoliberal… O centros comerciales funcionando pero
con el peligro latente que aquellos que le tomaron el gusto y ahora no están
invitados intervengan consumiendo sin medio de cambio (saqueos). Ante años de interiorización
y ejercicio de la práctica de consumidores ¿Cómo reaccionarían estos sectores?
¿Y aquellos que generacionalmente se criaron de pleno en la década ganada, como sentirían el
golpazo?
Cuando pregunte a
las vendedoras si había habido saqueos
en el shopping como en otros lugares el año pasado, me dijeron que no. Ante la
consulta ¿Crees que haya en algún momento? Hubo respuestas como “No creo, acá
es seguro pero la zona no ayuda…” o “Y, puede ser, con la gente que viene acá todo es medio una bomba de tiempo”. Hay
un temor latente por lo anómalo, por algo que hoy es cortés pero que mañana… (¿Vale
retomar los disturbios de pibes como un posible antecedente que en un escenario
de carencia pueda devenir en alguna práctica disruptiva?).
Para ir
terminando: no poco importante sería emprender una genealogía sobre nuestra
subjetividad de consumo. Investigación política que buscaría desnaturalizar lo
siguiente: ¿por qué automáticamente debemos
creer que a mayores ingresos económicos la felicidad se encarnó en una lógica
consumista? Se trata de hacernos varias preguntas: por un lado, como fue el
proceso por el cual se constituyó el deseo mercantil alcanzando los niveles de
hoy día (proceso este último que quizá es antes de la crisis, no habiendo
efectivo para consumarlo), y por otro, por diferentes formas de apropiación, de
consumo no consumista del mundo que se activaron desde el 2003, 2004 hasta el
presente.
Y también preguntarse
cómo podemos traficar saberes, estéticas, sensibilidades a la propia lógica consumista,
para armar una alternativa tanto económica como de gestión de las alegrías. Si buscamos
romper la linealidad del pasaje automático entre altos ingresos económicos y
felicidad de consumo, ¿por qué negar que partimos de esta pantalla de juego y
que es posible activar y resinificar el juego de capturas por el cual se
alimenta el consumismo, en pos de otra existencia a imaginar?
Insumos
*La clase obrera sale de
shopping, Clarín, http://www.ieco.clarin.com/economia/clase-obrera-sale-shopping_0_812918877.html
*El 50% de los argentinos no llega a 38000 pesos por mes, Fortuna
Web, http://fortunaweb.com.ar/2013-09-24-128361-el-50-de-los-argentinos-no-llega-a-3-800-por-mes/
*Casi el 80% cree que es de clase media, Tiempo Argentino, http://tiempo.infonews.com/2013/08/18/sociedad-107702-casi-el-80-cree-que-es-de-clase-media.php
*Los Shopping miran al conurbano, La Nación, http://www.lanacion.com.ar/1508739-los-shoppings-miran-al-conurbano
*Gago,
Verónica, El consumo popular como marca de una época, Le Monde, Octubre 2013.
*Zelizer, Viviana: “El significado social del dinero”, Ed. FCE,
2011
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