El alma en
guerra: cruzada sensible por el conurbano
Pequeño ensayo a partir de la campaña evangélica
del pastor Carlos Annacondia, realizada del día 7 al 17 de Noviembre del 2012,
en la Universidad de La Matanza, San Justo.
1-La campaña:
una intervención política a pensar
Unos afiches callejeros
anuncian un encuentro evangélico en la universidad de La Matanza. Los afiches exponen
un rostro: es Carlos Annacondia. Pastor evangélico nacido en La Matanza, perteneciente
a la Misión Cristiana Mensaje de Salvación, de la Unión de las Asambleas de
Dios, desde hace 20 años viene encabezando sus campañas. Las campañas son movidas que se realizan en diferentes puntos
de la Argentina y otros países (Chile, Paraguay, España). La campaña que se vivirá
en San Justo durará 10 días con 3 horas de jornada más o menos cada uno -arranca
a las 8 de la noche- y es gratuita. Sus propósitos manifiestos son desde ayudar
a encontrarse con dios por primera vez, pasando por fortalecer el espíritu para
los ya creyentes, como de pedir milagros. Todas las campañas cuentan con una
consigna; la de San Justo será “Para la familia en crisis, Jesús es la respuesta”.
Dijimos que el lugar elegido
es la universidad de La Matanza. Vamos llegando. Es el primer día. Son las siete
y media de la tarde. En la puerta principal de la universidad ya notamos un
detalle: la diferencia entre los cuerpos universitarios, bien vestidos, la mayoría
de tez blanca, caminado seguros, con la gente que iba para la campaña: andar
desorientado, remeras gastadas, gorritas, y bolsas con botellas de plástico de gaseosas
marca falopa. Hay gente de todos lados: San justo, Luzuriaga, Celina, Merlo, Catán,
Casanova, hasta de Esteban Echeverria y La Plata. Claramente hablamos de sectores
populares, de diferentes sexos y edades (“A ellos igual les cuesta venir, ja ja”
nos aclaran por los hombres). Los malestares que expresa la gente van desde los
problemas familiares, las enfermedades, como de secuencias jodidas de adicción
(droga y alcohol).
Un tipo de seguridad nos
explica a un par por donde entrar. Bordeamos la universidad por la avenida
Perón, pasamos enfrente del Hospital Italiano, y haciendo 300 metros más o menos, visualizamos
los primeros vendedores ambulantes. Ya Estamos. Pregunta: ¿Qué nos trajo hasta acá?
Una mínima investigación política: si bien este escrito no busca resumir todas
las aristas que atraviesan el mundo evangélico, como siquiera agotar las dimensiones
de las campañas del mencionada Annacondia, si me parece fundamental la captura
de algunas pistas para comprender una máquina que construye una intervención
sobre diversos malestares sociales, diseñando subjetividades, estéticas, y
despertando emociones muy intensas. Lejos de la adhesión, como también de la
subestimación y la risa boba, me parece un gesto político importante ensayar
algunas coordenadas sobre esta movida para problematizar la misma. Para eso nos
vinimos tres días distintos (el primero, el quinto, y el último) e hicimos un
par de preguntas a diferentes personajes de la campaña. A lo largo de estas
noches sentiremos de todo: gracia, perplejidad, emoción, como bronca por
situaciones que realmente rozan lo siniestro.
2- Distribución
espacial y temporal
Entramos. El predio es gigante.
El diagrama es el de un show (acá ya vinieron a tocar Lerner, Montaner). A la
derecha de la entrada hay una carpa donde se vende algo de comida como panchos,
paty, agua y gaseosas (de alcohol ni hablar). A la izquierda, un poco alejado
del resto, hay baños químicos; más cerca, una carpa donde se promociona “El
canal de luz” (TV religiosa) como otra donde se reciben pedidos para rezar por
ellos en los diversos templos de la zona. En el medio observamos tres cuerpos
de sillas de plástico (generando una capacidad para 2 mil personas). En el
fondo hay montado un escenario con dos torres de sonido bastante grandes y con
buena iluminación. Arriba del escenario toca una bandita, escoltada por
banderas de diferentes países latinoamericanos y de España. Al costado del
escenario, tanto a la izquierda como la derecha, hay unas carpas amarillas
donde son llevadas las personas que caen desmayadas, cuestión que explico mas adelante.
A la derecha hay otra carpa blanca, más pequeña, donde está Annacondia y el
resto de los organizadores. En medio de la ciudad, una movida bajo el cielo, de
noche, rodeados de pasto, le da a la campaña un toque natural, casi paradisíaco.
De la organización de la
campaña hay un personal encargado. Voluntarios de iglesias de la zona, son de
diferentes géneros y edades. Sus funciones se reconocen por el color de sus
pecheras: por un lado los consejeros
(pechera azul, para asesorar y tomar datos de los fieles para que sean
invitados a participar de los templos, y hacen un cordon entre los 3 cuerpos de
sillas para que el agite no desborde); camilleros
(de amarillo, levantan gente desmayada); mantenimiento
(de blanco, gris, hacen limpieza). No olvidemos a unos tipos con una camisa
violeta, handy en mano, moviéndose por todos lados y coordinando un poco a los
demás. Desde el escenario también se reciben indicaciones cuando algo falla.
A lo largo de la noche el
lugar explota. Se vive todo con gran intensidad y no hay importantes
cortocircuitos a la vista. Aparecen algunas cosas, como alguien que perdió las
llaves del auto a una nena perdida (de 6, 7 años). Hay algunas chispas también
en lo operativo de la campaña: críticas de los pastores con los camilleros por
donde tienen que pararse (“vamos, veo gente sin su camillero detrás, esto lo
practicamos…”), como de personas que demoran sus testimonios en el escenario y
son sacadas casi a empujones.
El lugar es vigilado por
fuerzas de la Bonaerense, de La Matanza y agentes de tránsito, también del
municipio. El lugar cuenta con estacionamiento. Los pastores y el mismo Annacondia
lo recuda en varias oportunidades: “No dejen el auto afuera, aquí hay lugar.
Entren por aquella calle, ehh. Póngalo aquí adentro, si, que dios lo protege.”
La campaña está
serializada en diferentes etapas sucesivas cada una cronometrada. El compás de
las mismas esta programado y ejecutado por los organizadores. Cualquier persona
es libre de entrar como de salir cuando quiera. Con algunas variantes, el
formato será bastante parecido a lo largo de estas 10 noches.
Hay diferentes rituales: al
principio tenemos la previa: desde las 7 y media, una banda toca arriba del
escenario temas evangélicos. A las 8 arranca puntual. Es el momento ahora de un
pastor que interpela al público con frases y comentarios varios buscando un ida
y vuelta divertido. Se cantan canciones, se baila. Se van intercambiando los pastores-animadores
(son dos). Escuchamos que convocan a todos aquellos que hayan vivido un milagro
en otras campañas, que se acerquen al escenario. Siguen las canciones. Todos
bailan, levantan las manos, gritan. Ahora se van todos los pastores y queda la
banda sola.
Llegamos a la hora y se
abre un segunda gran momento. Con la presentación de un pastor que vuelve al
escenario, damos la bienvenida al pastor Carlos, Carlos Annacondia. Tremendos
aplausos y gritos. Se lee la Biblia. Luego suben las personas convocadas por
haber recibido milagros en otras campañas. Más tarde llegan las liberaciones,
lecturas de la biblia, y después las sanaciones.
Se abre un impasse. Vuelven los pastores animadores
con cánticos. Se pide que se acerquen aquellos que hayan experimentado algún
milagro en el ritual de la sanación.
Vuelve Carlos para encarar
la recta final de la noche. Escucha los milagros de la gente, habla su mujer y
se da lugar a la imposición de manos de varios pastores. Llegamos al cierre. Tuvimos
dos horas con el pastor Carlos y 3 de jornada en total.
3- Animar
Nuestro cuerpo no es algo
abstracto sino que es efecto de las cartografías sociales de época: hay sujetos
productivos (el cuerpo como músculo), sujetos informáticos (el cuerpo como
cerebro), como sujetos energéticos (el cuerpo como nervio). La campaña es un
dispositivo que genera una enorme energía, donde los cuerpos tanto decaídos como limados por el
abrumador peso de los quilombos cotidianos, reciben caudales de fuerza anímica y
paz para sus nervios. Esta maquinaria afectiva presentará oscilaciones bien
marcadas: del agite de las canciones y las imposiciones de manos de Anaccondia,
a la introspección intensa de las lecturas bíblicas y palabras del pastor.
El rol de Annacondia y de
los otros dos pastores, es el de animar la campaña. ¿Qué es animar? Eso: dar ánima. Si bien siempre la atención principal está en el escenario, los fieles
como público son interpelados permanentemente y participando de la fiesta, con
frases, estribillos de canciones, chistes. Una banda arriba del escenario toca
temas pegadizos del repertorio evangélico. La gente levanta las manos, canta,
baila. En una vuelta el cantante de la banda pide: “A ver, ahora ustedes solos”:
haciendo pogo, la gente canta el estribillo más intenso de un hit; a los
cordones formados por el personal de la campaña le cuesta mantener el orden,
las sillas vuelan, todo se desbanda…
Permanentemente el
discurso de los pastores nos recuerda estar viviendo un momento único, singular:
“Donde haya gente que hable de mi, ahí estaré”. El evangelio es invocado para
afirmar que Cristo está con nosotros. Esta presencia espectral acompañará todo
el tiempo a lo largo de las noches, indicación también de que todo puede pasar:
“Levante la mano quien cree que Jesús ya empezó a hacer milagros esta noche” Todos
levantan las manos y acompañan con la frase “Amén, amén”.
El rol de los pastores
como animadores se alimenta claramente de un formato televisivo. Interesante
como un diseño de la industria cultural permea en la religión. Si para Weber la
ética protestante generó un formato subjetivo que permitió el desarrollo del trabajo
capitalista y un cuerpo productivo, ahora, un esquema del capital se trafica en
la religión (aunque no olvidemos que para muchos el capitalismo es una
religión, como afirmaba Benjamin).
Esta atmósfera alegre
logra su mayor intensidad en los episodios denominados de “Liberación”, “Las Sanaciones”
como de “La Imposición de Manos”. Rituales donde escuchamos las palabras de Carlos,
su imposición de manos, gritos y exclamaciones. Varias personas caen desmayadas
y son llevadas por los camilleros a las carpas. Hay casos donde no solo
hablamos de energía sino también de mejoras funcionales en los cuerpos efecto
de esa energía desplegada, como en el ritual de “Las sanaciones”. Annacondia vocifera:
“¡Tócate tu tumor!”, “¡Tócate tu hernia de disco!”, “¡Fuera drogas!”. Vemos gente
que cae y es llevada a las carpas. Luego algunas de ellas dan testimonio; suben
al escenario y cuentan que pasó: suben un par y afirman haber sentido un fuego
adentro muy fuerte, y relatos de mejorías físicas. Hay una mina que dice “Tenía
el pie plano y ahora me salió la curva… Sentí un crac y ¡Miren!” (salta
mostrando la pata) “¡Y eso que yo había pedido otra cosa!”. Pasa una vieja. Un
pastor-locutor nos comenta lo suyo: sufría artrosis, le dolía mucho la espalda.
Carlos le pregunta “¿Y ahora señora?”. “Ahora estoy bien, ¡Mire!”. La vieja se
agacha. “¿No le duele nada?”, repregunta Carlos ¡Viva dios!”, grita Annacondia, “¡Viva!”,
contesta la gente. “¡Siga señora, siga, agáchese, salte, salteee!”, reclama excitado
el pastor. La vieja se agacha y se para, una vez, dos veces, tres veces, saltando
como una rana.
4- La
Biblia: manual de instrucciones
En el discurso que circula
en el escenario por parte de los pastores, encontramos un mundo dividido de
forma binaria: por un lado lo bueno –donde Dios esta presente- y por otro lo
malo –allí donde acecha el Diablo. Esa presencia maligna es la culpable de
múltiples malestares: problemas familiares, depresiones y enfermedades, son los
hits afectivos que más sonarán en la campaña (lo dijimos pero lo repetimos: sea
en las expresiones de los fieles como de los pastores, los problemas económicos
no se hacen presentes).
En la primera lectura de
la Biblia, afirma Annacondia: “Este es un mundo donde podemos ser felices. Dios
no da todas las posibilidades. Pero hay un precio a pagar: obedecer.” La Biblia,
ese “manual de instrucciones” debe ser la guía de toda persona. Por haber
olvidado esas enseñanzas es que vivimos en un mundo en crisis, sumergidos en
una “espantosa decadencia”.
Un punto importante de
estas noches para comprender la normativa evangélica es la aparición de María Annacondia,
esposa de Carlos. Su marido la convoca y ella sube al escenario. Rubia, pelo
suelto, vestida de blanco; un aura angelical ilumina ahora el escenario. Toma
el micrófono y enuncia los 4 preceptos para vivir en dios: 1) No hay imposibles
para el señor; 2) Hay que obedecer la Biblia; 3) Pedirle a Dios mediante la oración;
4) Participar activamente de los templos cercanos. Termina de hablar y rugen
las palmas. Le devuelve el micrófono a su marido, le da un besito, y este le
coloca suavemente la mano arriba del hombro (reminiscencias que se repiten
todas las noches; el pastor Carlos y su familia modelo, con nueve hijos, buen
pasar económico, en fin: la familia
perfecta).
Cualquiera puede entrar a
la comunidad. No interesa el pasado más atroz: drogadicto, chorro, asesino, no
importa. Todos son bienvenidos si están dispuestos a recibir a Dios. El alma
más sucia se purifica con su convicción de vivir en la iglesia y sus verdades.
Pero a partir de ese momento, debe ser estricto el apego a la norma bíblica
para lograr la felicidad y la posibilidad del milagro. Algo en lo que se hace hincapié
todo el tiempo es en eso, los milagros; la posibilidad de pedir y que esos
pedidos por más que suenen imposibles, siempre podrán efectuarse. A Dios hay
que pedirle y aquello que tanto se desea y parece escapar del dominio del
hombre, ocurre. De ahí que uno de los sentidos primordiales de las campañas sea
convocar el acto del milagro. La necesidad de demostrarlos científicamente es
una expresión que se repite varias veces; ya contamos que uno de los rituales
de la ceremonia evangélica era la subida al escenario de varias personas para
manifestar sus vivencias milagrosas sea de otras campañas o de la misma campaña
que se presencia, demostrando que gracias a Dios es posible lo imposible. “Miren,
la única verdad es la realidad” afirma varias veces Annacondia, citando al general.
5- El alma
en guerra
En su genética mas íntima el
clima de la campaña es de un tenor bélico (recordemos que a las campañas también
se las denomina cruzadas…). El proyecto
es vivir en Dios para ser felices. Para esto hay que alejar el mal que siempre
acecha en sus diversas formas. ¿En que radica ese mal? En primer lugar se combate
cualquier tipo de relativismo, onda Claudio María Domínguez: que hay varios
senderos, que todos conducen a lo mismo, el amor, etc., o el ecumenismo católico,
que propone un dialogo entre diversos credos. Acá no: el único camino es Dios.
No hay otro. Otros dardos se disparan a los falsos
ídolos: en el ritual de la liberación se grita “¡Fuera San la Muerte!”, “¡Fuera Gaucho Gil!”, “¡Fuera Macumba!”, ¡“Fuera adivinanzas de Tarot!”. Otro antagonismo
estalla con determinadas prácticas o rasgos de personalidad. ¿De qué hablamos?
“¡Fuera homosexualidad!”, “¡Fuera juego!”, “¡Fuera drogas, alcohol!”, “¡Fuera suicidio!”,
son algunos ejemplos.
Estos antagonismos discursivos,
múltiples, se armonizan en ser parte de lo mismo: presencias del diablo en el
mundo. Contra el hay que luchar. La retórica que se escucha toda la noche viene
bastante cargadita: a los gritos de “Fuera”, “Romper cadenas”, “¡Sal!, ¡Sal Satanás!”,
el fiel aprende que vive en guerra. Su alma es blanco de tentaciones que debe
saber defenderse. Paradójicamente, es una guerra donde siempre hay un ganador,
que es Dios. La vida será una guerra eterna donde cada batalla tendrá siempre al
mismo vencedor.
Dentro del cristianismo,
tácitamente se critica a la Iglesia Católica: con respecto al tema de la alegría,
los gritos, y la exaltación de las reuniones (tildadas de circo, por muchos
curas), como la posibilidad del milagro (rebaten el cuestionamiento de vincularse
con Dios solo para pedir). Todas las defensas emprendidas se respaldan con
citas bíblicas.
Al menos en esta campaña no
hay críticas ni mención alguna a ningún político ni gobierno en especial; aunque
el 7 de noviembre, el día que arrancaba la campaña, Annacondia se reunió con el
intendente de La Matanza, Fernando Espinoza.
6-Propagación
e información
Uno de los sentidos de las
campañas es tanto afianzarse y propagarse. Afianzar la pertenencia de aquellos
ya identificados con su movida como de aquellos nuevos que se acercan. La
capacidad preformativa de la campaña es potente. Aquellos que ocupan el rol de
organizadores del dispositivo lo saben y lo dicen; como Annacondia, sobre los primerizos
de estas noches festivas y espirituales: “Muchos vienen a ver que pasa, por
curiosidad, pero es imposible no sentir la palabra de dios…” De eso se trata:
sentir. La afectividad que circula por los cuerpos es intensa, y no pocas
veces, sin tener nada que ver con este tipo de reuniones, nos sorprendimos
aplaudiendo o respondiendo consignas de los pastores-conductores. Pero los
mismos animadores hacen mención que hay que prepararse para encontrar a Dios,
que hay que estar dispuesto. La
conclusión es que no cualquiera hace masa con este dispositivo, pero su
capacidad de acción es potente. Esto se percibe en el ritual de la liberación,
donde la gente es convocada a acercarse al escenario para recibir bendiciones y
dejar atrás el pasado para abrazarse con dios. La gente camina con las manos
levantadas, cantando, escuchan las palabras del pastor, murmurando palabras
para ellos, varios llorando y riendo al mismo tiempo.
La campaña es una
ceremonia itinerante. Navega por diferentes zonas. Pero este movimiento tiene
dos entradas. Por un lado para afianzarse en un espacio urbano determinado
necesita del trabajo acumulado en esos territorios. Cada campaña se articula
con un laburo cotidiano de los templos de la zona, como el caso de los
voluntarios que participan de la logística de la movida, como de la difusión
por la zona que se le brinda. Pero la campaña también busca fortalecer y
propagar el hacer evangélico en esos lugares por donde transita. En las diversas
noches se agita varias veces sobre la necesidad de ir al templo, de participar
de la vida religiosa, como al finalizar las diferentes jornadas, los consejeros
salen con unos pequeños formularios a completar por los fieles, para que se
sumen a templos cercanos (las iglesias son las que pertenecen a su vez a la Unión
de las Asambleas de Dios).
Entonces: la campaña se
alimenta tanto de los territorios, como busca fortalecer los mismos; y para
potenciar a estos debe ser potente en si misma, y para esto demanda un laburo
fuerte en los territorios, y así sucesivamente. A la realidad de las iglesias, se
le suma una red de medios como radios, periódicos en papel y on-line, canales
de tv, grupos de Facebook, y hasta avionetas con locutores que nos anuncian las
campañas… En esta dialéctica caminan las cruzadas y la construcción de la fe evangélica.
Lo último: además de
reconocer a las campañas como una máquina animadora de cuerpos averiados por
los diversos conflictos y afecciones sociales, también nos interesaría
reconocer a esta movida y muchas de las prácticas que la sustentan, como una importante
máquina de percepción urbana. Los diferentes grupos que funcionan en los
templos sobre problemas familiares o adicciones, son un ejemplo de los recursos
de una máquina de percepción en tanto dispositivo que recoge y procesa
información diversa: desde cuales son las principales afecciones de la gente,
de cómo interpelar personas y armar grupos, de cómo sostener esos grupos que se
armaron, y más. Ni hablar que esta información tiene un procesamiento específico
desde el parámetro evangélico, pero sin mecanismos que proveen saberes de los otros,
no hay procesamiento posible de nada. Esta data no solo sirve para perfeccionar
el funcionamiento de los templos o las campañas, sino que es un profundo escaneo
sensible de los cuerpos de nuestra época en general.
Hasta acá llegamos. Las
campañas son un collage complejo de espectáculo mercantil, valores religiosos
-algunos ultraconsevadores-, citas al peronismo y vida comunitaria, todo con
una sustancia marcadamente popular. Mientras el foco de nuestro pensamiento muchas veces
se posa en el híper-individualismo, la cultura publicitaria y el marketing como
saber, este tipo de movidas –que toman prestados muchos de los elementos de esta
lógica- cuentan con otros saberes, estéticas y normativas que sería importante
prestarles atención. Repetimos lo que ya dijimos antes: no para sumarnos por
que no es algo que nos simpatice, pero si para considerarlo como un entramado
vital que hace a la vida de hoy, y que vale la pena tomarse el trabajo y el
tiempo de intentar pensarlo. Hace varios años, en una Cerdos y Peces investigando
sobre estas cosas, desprendía Symns la siguiente conclusión:
“Un pueblo que no
desarrolla su espacio mágico y utópico es un pueblo sin imaginación que se vera
sometido inexorablemente por los designios de un futuro planificado y
diagramado. Pero un pueblo que ha sido invadido y sometido en ese mismo espacio
mágico se vera expuesto a un peligro mucho mayor: la manipulación psicótica de
su destino imaginario”.
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