Los argentinos y las argentinas somos buena gente, qué duda
cabe. Además estamos felices y con buena onda. Pero estas certezas sociales, no
pueden postergar preguntas urgentes y a su vez estructurales, ¿Cómo andamos en
el tema garche?, ¿Qué pasa con la sexualidad en la era kirchnerista? Queremos
dejar bien claro que como dice el título, el objetivo de este texto es plantear
una demanda: queremos sexo para todos. No se trata de criticar y listo.
Queremos transformar esta cuestión en una política pública…
La cosa viene más o menos así; se cierran prostíbulos, se
penaliza el memorable rubro 69 y todas las formas de anuncio de sexualidad en
la vía pública, se mira mal al que se va de putas, se critica públicamente al
pajero, se rechazan los piropos, etc. Pero a la vez, existe una saturación de
culos y tetas –y pectorales, muslos y bultos masculinos- en las pantallas y en
puestos de diarios y revistas. Hay una clara doble moral, ¿Quién critica al
monopolio de cuerpos atrapados en las pantallas Tinelizadas?, ¿Por qué nadie se
plantea la expropiación de la libido capturada en Bailando por un sueño y
compañía?, ¿Acaso no existe un Moreno que intervenga en la economía sexual de
nuestro país?, ¿Esta situación no plantea un claro limite estructural al
Proyecto socialmente transformador que encabeza nuestra Presidenta?
Muchas veces en estos años se ha hablado sobre la relación
entre Tinelli –la máquina-Tinelli- y el gobierno Kirchnerista. Desde el 2003,
Marcelo participó del consenso Kirchnerista, basta recordar al imitador
de De la Rúa recorriendo junto a Néstor la
casa Rosada en los meses posteriores a su asunción. En el año 2009,
sincronizando con los pedidos sociales de moderación, diseño un Gran Cuñado acorde
a los ánimos coyunturales, celebrando sobre todo la figura de De
Narváez –finalmente vencedor en las legislativas de ese año- y
rechazando el odio al progresismo blanco de D´elia. (Se podría
pensar que los discursos sobre la buena onda K –el ejemplo es
678- nacen de la lectura y la recuperación de estos ánimos
sociales de moderación por parte del gobierno. De hecho, Delia y su odio
quedaron fuera de foco. Pero esto es tema para otro momento…). La cuestión es
que mas allá de estas oscilaciones en la relación pública entre Marce y el K,
han tejido una alianza subterránea muy solida. Una alianza que se compuso en el
plano de los deseos sociales y de la economía libidinal de nuestra sociedad. Sí
señores; la superficie pública-visible de esta alianza es lo que muestra la
pantalla, pero reiteremos, la cuestión se cocina bien abajo. Sin embargo, hay
un elemento sintomático de esta alianza; Florencia Peña. Adherente
al Kirchnerismo y participante del Bailando por un sueño 2012. Flor puede
defender pasionalmente a Cristina y mover su ojete hachedizado al
mismo tiempo. Y esta situación no se debe a la misteriosa convivencia de los
opuestos en la posmodernidad; esto es una síntesis de la alianza
clandestina.
En la actualidad, el combo es vida familiar + adhesión
Política + Bailando por un sueño. Mucho hablamos del modelo de felicidad
público que existe en nuestra sociedad. Pero, ¿Cuál es el modelo de sexualidad
que funciona? Tanto se habla del modelo, preguntémonos entonces, ¿Cuál es
el modelo de sexualidad que propone el Kirchnerismo?, o aunque sea, ¿Cuál es el
modelo de sexualidad instituido que no se problematiza desde las instancias de
gobierno?
Creemos que en lo que respecta a la economía sexual, el
gobierno es extremadamente liberal (en tono con el liberalismo de las publicidades,
las revistas, etc.). Es decir, adhiere a la teoría del derrame (de leche y
otros flujos). Y acá
tenemos que ser muy críticos; ¿Puede convivir un marcado conservadurismo sexual
con un progresismo político? Hasta tal punto está empobrecida la experiencia de
la sexualidad en estos tiempos, que se proponen matrimonios para parejas del
mismo género o aparece una tira (Condicionados en Canal 13) que
trata sobre una familia inmersa en el mundo de la Pornografía. Increíble che,
pero una síntesis de la época: Pornografía y Familia. Bailando por un sueño en
la cena. Es así nomás. No hay sexo para todos. Hay miles y miles de argentinos
y argentinas que no pueden acceder a un sexo digno, a los que se les cercena su
derecho a coger. El gobierno tiene que diseñar políticas públicas que
intervengan en esta sociedad erótica-publicitaria y en su nefasta y regresiva
organización del deseo. La hipérbole de la exposición de fragmentos de cuerpos
en la pantalla y la pobre satisfacción sexual en la vida privada. Porque convengamos
algo; Argentina puede ser un país con buena gente, pero bastante excitada. Te
das cuenta en cualquier ámbito social; todos y todas se miran con ganas de
garcharse, todos se imaginan a compañerxs de trabajo, de colegio, de facultad,
bailando en el caño, con el culo o las tetas o la concha o el pito o los torsos
embadurnados en aceite. Quizás el trasfondo de época de esta empobrecida vida
sexual sea el olvido o el desprecio del cuerpo (que después de todo esta pa´
laburar y consumir).
Y acá nos topamos con los límites del Kirchenrismo como
proyecto transformador. Confiamos en que un gobierno que esta repensando el
capitalismo desde estas tierras, problematice esta forma de vida hegemónica.
Mientras tanto, mientras no se juegue para problematizar este patrón de
acumulación de libido en pocas manos, no podrá jactarse de ser un modelo
transformador.
Por: Anónimo (en la búsqueda de un nombre…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario