"El
amor es el mejor, el más insidioso y más efectivo instrumento para el control
social." (Rainer Fassbinder).
1- Percepción de lo subterráneo
Michel conoce a Valerie en
unas vacaciones en Indonesia y de vuelta en Francia se ponen de novios. Armar
una pareja especial: Michel le lleva 12 años, Valerie gusta de las mujeres,
comparten su sexualidad con otras personas. Valerie trabaja en una compañía
organizadora de viajes. Es la mano derecha de Jean, un empresario no muy viejo
pero con una vida aburrida, entregado solo a las responsabilidades de su
empleo. Mientras Valerie y Michel comparten intensamente su relación la empresa
donde ella labura necesita un golpe de timón.
Nuestro protagonista tiene
un par de ideas: su cuerpo carga con bibliotecas de información sensible de
viajeros, de como es su vida y que es lo que buscan: sexo. El hasta hace no
mucho tiempo lo era. Antes de salir con Valerie era un tipo solitario entregado
a un trabajo sin sentido donde el sexo era una bocanada de sentido vital. Lo
que va a proponer Michel a la empresa, a Valerie y Jean es eso, que los paquetes
turísticos preparen integralmente sus centros de vacaciones para que la gente tenga
sexo.
Michel piensa que la
sociedad se encuentra completamente atomizada; “uno cobra conciencia de si
mismo en su relación con el prójimo; y
por eso la relación con el prójimo es insoportable”. En esta atmósfera de
desencanto no es difícil entender que pocos están dispuestos a dar amor con
gusto. Nadie quiere sentir que depende de otro. Para Michel el hombre se olvidó
que es un animal (Humano, demasiado humano…). Y muchas veces quizá quiera recordar
ese papel pero ya no sabe (nuestro protagonista maldice que no haya cursos que
brinden “clases de conversación”).
A esto se suma el tema de
las enfermedades y la obsesión por la limpieza –siguiendo con el diagnóstico de
Michel- como que los hombres estamos asustados por el nuevo protagonismo
femenino y que nosotros conservamos aun la imagen de mujer-hogareña.
El sexo no se da en una
pareja, sino en relaciones muy efímeras, o sublimadas por la pornografía o el
turismo sexual frecuentando mujeres de otros países. Otra movida es el sado-masoquismo
que Michel percibe como la culminación de la negación de un otro, solo como un
disfrute individual (goce vinculado al dolor físico y los límites que puede
tolerar cada uno).
Michel explica que vivimos
atrapados en una suerte de doble tenazas: por un lado la dificultad de la
vivencia sexual con otro, pero al mismo tiempo, la demanda de entrega sexual es
muy alta: para los europeos en su desencanto nihilista disfrutar del sexo es una
de sus pocas alegrías posibles (“No tener ganas de vivir no implica tener ganas
de morir”, sentencia nuestro protagonista).
Les pido que nos olvidemos
de Michel como individuo concreto y que lo apreciemos como un cuerpo con una
aguda percepción de sus experiencias y de los deseos sociales que circulan; una
visión molecular que necesita cualquier acto creador. Encontrar el hilo y saber
tirar.
2- Acción y
pensamiento mercantil
Valerie y Jean como jefes
de la compañía pondrán manos a la obra; ofrecerán centros turísticos basados en
la oferta sexual en países del tercer mundo para europeos. Invención que si
bien logra sedimentar un virtual deseo, no parte de la nada: sistematiza lo que
de manera informal ya colma ese anhelo. Me explico: en los clubes de manera
clandestina turistas entran en relación con sirvientas, camareras, o se dirigen
a clubes nocturnos o saunas. El ideal que persigue la empresa frente al uso que
hacen los turistas del lugar, es que el sitio este planificado estrictamente
para sus demandas, lo cual calculan aumentará la concurrencia al sitio.
Un plan que debe
considerar las sensibilidades y los umbrales éticos que existen. Por un lado queda
expuesto como la lógica empresaria es capaz de incendiar todo tabú y prejuicio
moral en pos de diseñar nichos de mercado –vender paquetes turísticos anclados
en la oferta sexual- como también una indiferencia y abstracción del otro –las mujeres
tercermundistas que trabajarán en los centros. El nombre del lugar y el slogan
que lo acompaña expresan un poco lo que digo: “El dorador Afrodita: por que todos tenemos derecho al placer”.
Pero todo con tacto. Hay una sensibilidad cínica pero también un saber moverse
con cautela –hipocresía, digamos- de que hay ciertas fronteras en el pulso
moral de las sociedades con los cuales no se puede joder. Lo cual demuestra que
la lógica mercantil no es omnipotente y que no es más ni menos que emergencia
de una relación; pueden hasta donde los dejan (por eso por el momento no se
publicitara el servicio en Francia, por miedo a escarches y escándalos con
“sectores progresistas”).
En la creación mercantil
el tiempo es un factor clave. Ni llegar demasiado pronto ni muy tarde. ¿De que
dependerá ese momento justo? Si es muy temprano se genera un antecedente en el
mercado que otra empresa con más peso puede desarrollar y potenciar y ser así
la ganadora del sector (Apple con Microsoft). Pero si una empresa esta
preparada para hacerse fuerte en un sector económico debe acelerar su
innovación para afianzar su conquista, mientras los otros actores atontados por
el golpe no tendrán respuesta y así se atornillan aún más las fronteras
ganadas.
Un saber clave es el de la
revisión permanente de todo supuesto. Cada intervención en la arena social
necesita captar los rebotes que genera y a partir de esa captura reformularse
si es necesario para volver a intervenir, así hasta el infinito. Infinidad
cuantitativa, ya que cualitativamente nunca se pone en duda la lógica mercantil
de interpelar y conocer lo que manifiestan los individuos como consumidores.
Ejemplos: el tamaño de los precios (constatar que se paga lo que dice el
europeo, las mujeres asiáticas agarran lo que venga), sobre las preferencias en
gustos sexuales (desarrollo de teorías de porque a las blancas le gustan los
negros y a los blancos las asiáticas), o las prácticas de los diferentes
géneros (los gay son los más acostumbrados a salir de la lógica que le propone
el espacio recorrido y sin mucha ayuda generar “su ambiente”). Esta percepción
del funcionamiento de los negocios se pone en juego en la propia experiencia de
Michel, Valerie y Jean en los clubes, presenciado los lugares y hablando con la
gente (algo así como un minuto a minuto del rating televisivo).
Es interesante para
humanizar a estos genios empresariales –humanizar, no justificar- mirar un poco
su vida cotidiana; Jean trabaja por trabajar de forma casi autómata, con una
familia que no soporta e imbuido en un aburrimiento espantoso. Valerie reniega
de entregar su vida a generar dinero, de trabajar para grandes corporaciones,
de ser parte de una sociedad que solo busca consumir y así encerrar a las
personas en un circulo oscuro (este malestar dispara que le ofrezca a Michel
abandonar Europa y quedarse a vivir tranquilos en Tailandia, desechando su
cargo y el alto salario que recibe por otro muy inferior).
3- Disputa y
desplazamiento de lo sexual
¿Para qué recuperar esta política
empresaria que opera de lleno en la sexualidad? Es importante que pensemos
sobre las formas de problematizar la misma que se agitan en nuestro tiempo; de
cómo son sus saberes, formas de pensamiento, sensibilidades y demás. La
historia de la novela de la profesionalización de lugares donde de manera
segura se consumen vínculos sexuales (con la infantilización y perdida de la experiencia
que esto supone) es la muestra extrema de como una lógica mercantil opera en
este terreno de nuestra vida. Terreno más que importante: basta con sondear en el
sufrimiento social que provoca y lo que cuesta; el caso de discusiones,
enfrentamientos, muertes y suicidios que explotan por temas vinculados a los
celos, traiciones y múltiples etcéteras.
Pero no se trata de
atenderlo por su cara negativa sino para armar formas de habitarlo distinta a
lo que nos propone nuestra época. Y si nos referíamos al ser empresario imaginemos
ahora políticas estatales sobre la satisfacción de la libido que circula al
rojo vivo (ver “Sexo para todos” en este blog). Prostíbulos subsidiados, con
trabajadoras en blanco y buenas condiciones de laburo; personas habilitadas con
un carnet para que puedan usar el lugar determinado cantidad de días y
horarios, como de qué maneras consumar un acto íntimo. Un sexo para todos con
aires de una novela de Burroughs profetizando nuevos mecanismos de control
social.
Si pensamos en sentidos
más solidarios y autónomos, me viene a la memoria una película que transcurre
en Colombia, sobre una mujer en un pueblo que da sexo por compasión. Alma
caritativa se entrega en la habitación de una taberna para los hombres que no satisfacen
sus anhelos carnales. No cobra ni pide nada a cambio, sino que solo lo hace por
amor al prójimo. Absolutamente todo lo contrario que el personaje del film Shame:
un profesional de una gran ciudad yanqui con una vida sexual muy intensa: desde
gatos, Internet y minitas que encuentra por la calle. Pero cuando comienza una relación
con una compañera de trabajo, se ve impedido de tener sexo. Como si la presencia
de sentimientos incipientes por otra persona, dificultara lo carnal...
Lo cual no determina en si
mismo la imposibilidad de constituir una pareja, ya que no es monopolio de lo
sexual la construcción de relaciones cargadas de afectos amorosos. Retornamos a
la novela: las secuencias donde el personaje de Jean se despide triste de las mujeres
que va conociendo en sus viajes para tantear los negocios, sean bailarinas,
mucamas. Parece que extrañara hablar con alguien… (Volvemos atrás: Michel
fantaseando con asistir a cursos de conversación). De hecho el mundo empresario
también interviene en este nivel: recordemos la publicidad de Quilmes “El
igualismo”. Hombres y mujeres estamos en guerra. ¿El campo de batalla? El
desierto. Tanto de un bando como del otro, se agita una avalancha histérica de
reproches, una queja de lo que dice el otro, hace el otro, en fin, de lo que es
ese otro (no hay vuelta atrás: hasta aquello que amamos tarde o temprano nos
resultará insoportable...). Luego del grito de guerra las hordas avanzan para
dar inicio a la batalla, pero al chocar las filas no hay una lucha sangrienta sino
un encuentro con el típico énfasis de la reconciliación. ¿Cómo se pasó de un belicoso
estado de naturaleza a una convivencia ideal, casi perfecta? Gracias al poder
de Quilmes, cuyo hipnótico sabor logra reunir cabos sueltos y aplacar cualquier
fuerza que desbarate el lazo social….
Insisto: debemos desplazar
la sexualidad como el placer clave de cualquier tipo de relación. Es más: en
una época de apertura y por ende mayor producción de deseos sexuales, somos
testigos de otro placer que se erige como severo tabú al mismo tiempo que también
funciona como pulsión a sublimar, como bien explica Michel sobre una compañera
de laburo:
“Por lo general a la salida del trabajo me daba una vuelta por
algún Peep-show. Me costaba cincuenta francos o a veces, si tardaba mucho en
eyacular, setenta. Ver vaginas en movimiento me despejaba la cabeza. Las
tendencias contradictorias en videoarte contemporáneo, el equilibrio entre la
conservación del patrimonio y el apoyo a la creación viva…, todo eso desaparecía
deprisa ante la magia fácil de las vaginas en movimiento. Yo me vaciaba
agradablemente los testículos. A la misma hora, por su parte, cecilia se
atiborraba de pasteles con chocolate en una confitería que estaba cerca del
ministerio; las motivaciones eran mas o menos las mismas.”
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