domingo, 4 de septiembre de 2011

Sobre el Vende Humo

Algunas ideas sueltas sobre la mentira a partir del capitulo de los Simpsons “Marge contra el Monorriel” (Cuarta Temporada, Episodio 23, E.E.U.U, 1993).


El señor Burns es multado con 3 millones de dólares y los ciudadanos de Springfield se reúnen para debatir sobre la inversión de ese dinero. Marge propone reparar la avenida principal de la ciudad y parece que su iniciativa gana en adeptos. Pero irrumpe un tipo en la reunión, Lyle Lanley, que propone que Springfield tenga su monorriel. Presentando su plan con canciones y respuestas ingeniosas ante cualquier pregunta, su idea seduce a los habitantes y se pone en marcha. Pero resulta que el proyecto es una farsa: el tren es un cachivache y el mismo día de su inauguración, con Homero como maquinista, Lyle Lanley se fuga de la ciudad con valijas que desbordan de billetes. ¿Que diríamos nosotros?: un vende humo. ¿Cuantas veces escuchamos y decimos “Está vendiendo humo”? Si bien todos vendemos humo, hay especialistas, personas donde esta figura está más encarnada que en otras. Vender humo es una manera de mentir –o por lo menos de exagerar- a la cual le damos una connotación despectiva: es un careta. Pero antes de censurar de toque al vende humo, echemos una ojeada a su naturaleza como mecánica social: me pregunto, les pregunto ¿Qué es vender humo? Para empezar, podemos decir esto: es alguien que vende ¿Y qué vende? Humo.

Vender

El humo se vende. Es un intercambio. Alguien compra un relato y paga con una moneda escasa hoy día: creencia.

El vende humo kapanga es un acaudalado en convicciones ajenas y con el chamuyo como principal capital.

Como todo intercambio esta basado en el interés: para el vende humo el otro es un medio para conseguir lo que necesita, indiferente por su devenir mientras a él le vaya bien. El vende humo no es el bipolar o el colgado: dice una cosa y hace otra, pero no porque cambió de opinión o se olvidó; sabe desde un principio que lo que dice no es verdad.

¿Cuáles son los sentidos por los cuales emerge la figura del vende humo?

Darse chapa, que lo admiren. Tribunero, montar una imagen de si que seduzca audiencias y encienda el agite (nunca queda tan en evidencia con el vende humo que en nuestra época lo importante no es tanto lo que se diga, sino atraer miradas y oídos ajenos con el único fin de lograr conexiones, conecte lo que se conecte, sean alegrías, tristezas, o meter miedo…).

Pero también tiene otros objetivos, más utilitarios: Acceso, Salida o Ingreso, y Permanencia.

De acceso: El sentido de la transacción muchas veces es en medio de un encuentro efímero y ocasional entre aquellos que no se conocen: no importa quien es, de donde viene, sino buscar que le crean para lograr algo al voleo. Es el caso del zambullirse dentro del área para que te cobren un penal, las historias que se cuenta una parejita que se conoce una noche y lo que nace muere ahí, hasta el que vende un coche usado.

El vende humo también necesita chamuyar para entrar o salir de algún lugar: son las declaraciones de algunos jugadores que tiran “soy hincha de x, siempre quise jugar ahí”, o “me duele irme, pero les prometo que vuelvo y me retiro en el club”.

Sobre la permanencia, en una parejita un flaco o una piba tratando de dibujar un chamuyo que salve alguna bardeada, o el caso de un técnico en la cuerda floja que pierde y tira “el equipo siempre fue superior”, “el árbitro nos cobró todo en contra” o “tuvimos mala suerte…”

Estos sentidos serán efectuados si el relato es creído. Además de sus dotes discursivos, el vende humo depende de la situación en la que se encuentra, y cuanto más confusa sea la misma o en desventaja lo tenga, más altos los intereses a pagar por el que escucha y de ahí la destreza del vendedor, para conquistar la fe que se deposite en sus enunciados y gestos. Pero también depende de la situación del que escucha: si hay necesidad de creer, como secuencias urgentes donde uno “se entrega” porque no le queda otra, accederá más fácil. A su vez, cuanto más conocido sea el vende humo, o mejor dicho, más se sepa que lo que vende es humo, más se achican sus posibilidades de venta (la creencia es como un crédito: a más cuotas impagas, el acreedor menos billete te suelta…).

El vende humo conoce sus leyes: serán mas bajas sus posibilidades de éxito cuanto más conocido sea, y cuando la situación se presente mas desventajosa para él y más cómoda para el otro; será mas favorecido cuando nadie lo conozca, y el escenario lo beneficie a él y lo perjudique al otro. En fin, el vende humo sabe como moverse: es un artista inspirado, un artesano de mitologías; pero también es un cirujano, un estratega de la palabra.

Queda por pensar que onda estas leyes con uno mismo: ¿Habrá veces que nos vendemos humo a nosotros mismos?

Humo

Lo que se vende es humo. Pero el humo no existe: es algo que está ahí, se ve, pero si te acercás y lo tocás un poco, se esfuma. Pura forma, nada de contenido. En verdad, no es que no exista, porque si no, no convencería a nadie. Algo es. ¿Qué es? En primer lugar puede que el humo tome elementos de la realidad, pero exagerados y distribuidos astutamente (cuando digo realidad, hablo de la consonancia entre el conjunto de casilleros perceptivos y las cosas que se adaptan a ellos ya previamente etiquetadas performativamente por los mismos). Pero fundamentalmente, la fuerza de la promesa del vende humo radica en su retórica, en los chirimbolos dialécticos que usa: como habla, como mueve las manos, su sonrisa, los aires de seriedad, lo épico de sus anécdotas y demás (Ya dije arriba que su capital más importante es el chamuyo, el carisma que relampaguea en sus palabras y gestos).

Una última cuestión: la relación que entabla el vende humo con la tecnología. “Ustedes los hombres todo mensajito te mandan” me decía un piba; otra acotaba: “si, a mi no me gustan, me parece algo tan mentiroso…” La tecnología permite desligar la relación en vivo, de un territorio compartido cara a cara, reemplazándolo por un terreno virtual. ¿Quién sabe si lo que expone el montaje es lo que da cuenta ser? No hay manera de comprobar, de “ver y tocar”, y queda en evidencia que la creencia es el fundamento de cualquier verdad. Clarín miente. Es cierto. Pero toda la textura social esta enhebrada por micro-chamuyos. Además, gracias a una imagen a distancia puedo deschabar algún verso, dar aviso sobre algo que escapa al circuito de la experiencia cotidiana. Moraleja: no sólo los medios mienten; los medios también pueden arrebatar alguna careta.

¿Cuales son las condiciones de posibilidad del vende humo?

El vende humo emerge de una época como archipiélago de voluntades abandonadas a si mismas; como autopista de autitos chocadores que conducen siempre al mismo lugar de partida: de ahí que el interés, la indiferencia, el narcisismo, sean ingredientes de la racionalidad afectiva de una figura social como la del vende humo, y que su productividad última sea reproducir esta cartografía contemporánea.

Pero, ¿Todos los vende humo son iguales? ¿No parten de distintos puntos de la constelación de asimetrías que es lo social? ¿Es lo mismo un flaco que chamuya en una entrevista de trabajo sobre su experiencia laboral, que un patrón que versea a unos pibes porque no le baja los aumentos del gobierno? ¿Es lo mismo el chamuyo de un chaboncito que lo para un vigi en una calle oscura apuntando con un caño y lo encuentra con gilada, que las declaraciones de un jefe de estado aplicando recortes en su país: “Mi corazón sangra por haber tenido que meter la mano en el bolsillo de los italianos. Me siento acongojado por haber tomado estas medidas, pero al mismo tiempo estoy satisfecho del trabajo que hemos hecho junto a los ministros del gabinete”? 

Vender Humo puede ser una estrategia de supervivencia y transgresión. Seres despojados, solo cuentan con el cuerpo y la palabra. Y justamente es en estos momentos donde se despliega toda la potencia del lenguaje. Lo dijimos pero lo repetimos: el vende humo es, aunque no totalmente, pero si principalmente, lo que expresa de si.  

¿Sólo se puede vender el humo? ¿El humo sólo es chamuyo?

Por eso cuidado con pensar que el vende humo siempre es un ladri: también es una manera de afirmarse estando jugado. Pero quiero decir algo más: que el humo no tiene porque venderse, y tampoco, ser mero humo.  

Nietzsche hablaba del filósofo como artista, gran mentiroso y creador de ficciones, de nuevos sentidos de las cosas. Ningún sentido es verdadero en si. Si toda sociedad impone sus convenciones como verdad, y son solo eso, convenciones, ya de por si es humo…

Por eso necesitamos pensar al humo como una evanescencia, un limbo que es siempre origen de nuevos mundos en potencia, de nuevas maneras de relacionarnos y ser.

Si la ley de nuestro tiempo es el intercambio, en una sociedad mercantilizada y despedazada en mil partes, donde se saca ventaja para si en toda situación, como sea, vendiendo humo inclusive, el problema no es la mentira, sino la manera de vivir, el mundo existente (Se abre como pregunta entonces que significa vivir en una época que es común que lo que debiera ser pocas veces es…).

En este contexto, habrá quien para sobrevivir también mienta, y es bancable, porque son las reglas de juego. Pero habrá que pensar si no puede haber otro humo, que no se venda, que sea creador de otros mundos posibles. Este humo no como verso ladri dentro de las coordenadas de lo dado sea desde el lugar que sea (careta o amigo) sino un humo que arme nuevos mapas, tableros de juego, donde la trampa anterior no tenga sentido. Un ejemplo: si alguien vende humo a una guardia de un hospital por un remedio, más allá de que tenga la guita y pueda acceder o no, la pregunta es porque existe el dinero, y el trabajo como forma legitimo para conseguirlo…

Un  problema es que los vende humo de arriba que venden un humo que evade los malestares que provoca la época, convenzan a los demás y que sólo las cosas se pueden vender, incluso el humo; y a su vez, que los vendedores de humo de abajo lo hagan entre ellos, dinamitando la confianza y haciéndole todavía más el juego a los de arriba.

Los despojados de realidad son despojados desde la verdad impuesta, pero pueden ser creadores, inventores de nuevas formas de vida. El problema de vender humo es que vendemos y que el humo queda reducido a casi nada, obligándonos a preguntarnos por que necesitamos mentir, porque lo dado no nos permite vivir como queremos y podemos. Y entonces, si no hay verdad, ¿porque sólo mentir? Y más todavía: si no hay verdad, tampoco hay mentira; solo hay diferentes ideas de lo legítimo, y habrá que ver cual nos seduce y cual no, porque de lo contrario, ahí si, nos seguirán vendiendo humo.   


                
                       Andrés

Materiales Utilizados:

Nietzsche, Friedrich: “Verdad y Mentira en sentido extramoral”, Ed. Miluno, Bs. As., 2008.


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