jueves, 31 de julio de 2014

¿Haciendo amistades?

Reflexiones acerca de los acuerdos institucionales en marcha entre la dirigencia de Boca y River en materia de marketing.






1- Fundamentación de la alianza

Con el arribo de Rodolfo D´Onofrio a la presidencia de River se empezó a gestar una nueva política de financiamiento tanto para los de Núñez como para nosotros los bosteros. Hablamos de estrategias de marketing. Mucho de esto no es nuevo: Quilmes fue sponsors de la camiseta de los dos clubes desde el ´96 al 2002. Pero hay que entender que estamos frente a un nuevo escenario: los clubes no actúan ahora cada uno por separado coincidiendo eventualmente en la elección de un sponsor, sino que se activa una planificación institucional compartida en relación con un mismo objetivo.

Aunar políticas en el área de marketing es una tarea de la cual los dirigentes de ambos clubes se muestran muy entusiasmados. Hay una especie de diagnostico en común: no solo el marketing deportivo es una gran fuente de ingresos por sí misma  -en Boca expresa el 30% del presupuesto-, sino que ante la caída de pases millonarios al exterior, sea por la crisis europea como por la emergencia de nuevos mercados, se volvió una necesidad indispensable encontrar nuevas usinas de ingreso monetario.

En reiteradas declaraciones, ambos directivos calculan que River y Boca abarcan el 70% de los hinchas de país, lo cual proyecta un mercado con un potencial inmenso. River en esta terea de ganar clientes con acciones innovadoras nos mira desde abajo: boquita hace años impulsa una política marketinera que es percibida por muchos como exitosa; Pablo Rohde,  nuestro Gerente de Marketing, se jacta al decir que Boca reúne el 73% de los ingresos generados por marketing deportivo en Argentina.  En tren de todo esto, imposible que no señalemos la paradoja de que las gallinas de ser “los millonarios”, el club de los grandes éxitos económicos y las transferencias récord en la prehistoria del fútbol argentino, ahora seamos nosotros los xeneizes quienes estemos a la vanguardia de las gestiones económicas de los clubes.

sábado, 26 de julio de 2014

Epílogo post-mundialista: notas sobre huevismos y mascheranizaciones




1. El genio de lo defensivo.

En los discursos del fútbol, lo genial queda siempre asociado a la faceta ofensiva. Los grandes movimientos pertenecen a los delanteros y el número diez es emblema de talento; es el distinto. Distinto porque encarna un hecho excepcional, una invención poética que sale de la norma instituida de juego. Una genialidad.

Sin embargo, el Mundial de Mascherano abrió otra línea: ¿y si genialidad también fuera la interrupción espectacular de un acto extraordinario? La figura de Masche, con sus cierres y cruces y anticipos, se presta a que señalemos que la dimensión defensiva también se vincula con el talento.
        
En el fútbol existen infinidad de estilos, pero hay dos principios básicos: poner el acento en defender o en atacar. Por más que se intente atacar, hay que defender (de hecho, en el postulado del fútbol total holando-catalán -¿y ahora además alemán?-estos supuestos se solapan). Y en el defender, hay arte.

Seguramente no vaya en gustos, pero sí: en el arte de la destrucción –muchas veces de matungos, burros, etcétera- hay saberes (no obstante, ¿cualquier saber defensivo podría ser necesariamente considerado genialidad/talento a lo Masche?, ¿de qué están hechos los saberes defensivos?). Defender es parte irreductible del funcionamiento de un equipo.

viernes, 11 de julio de 2014

Argentina: Mascherano y cuarenta millones más




 1- Romperse algo para que no se rompa todo

Le ganamos a Holanda: finalistas, carajo!

La alegría de estar en la final de la copa del mundo. Festejo multitudinario en las calles de todo el país. Y un emblema que se comparte entre todos: el Masche.

Mascherano irrumpe como un jugador ungido de fuerza, entrega, heroísmo. Es el gran símbolo de este equipo (un amigo me mensajeaba pos Holanda: “quiero que mi hijo sea como Mascherano”).

Nuestro volante central protagonizó varios episodios importantes en este partido. Salta a ganar una bocha de arriba con Wijnaldum. Se dan feo. Mascherano busca seguir pero no puede: mareado se tambalea, cae. Susto generalizado. La cara de Sabella desfigurada. Los argentinos que están en el estadio empiezan a agitar: “oleeé, olé, olé, oleeé, Masche, Masche…”. Fuera del campo de juego el cinco se moja la cara, se sacude y entra.

A lo largo del mundial vimos a un Masche enchufado con indicaciones a sus compañeros, hablando al árbitro, encarando rivales. Permanentes intercambios con Sabella, por cuestiones de juego como de cambios que necesitaba el equipo –“el diez no va más, el diez no va más”, contra Nigeria-. Masche también es el hombre de las arengas: relojito anímico, se lo ve siempre agitando en los entretiempos de los suplementarios. En este sentido es épico el chamuyo que le dio a Romero antes de los penales: “hoy te comes el mundo y te convertís en héroe”.

martes, 8 de julio de 2014

Sobre el chamuyo de la única escuela
Preguntas desde la alegría de estar en semifinales





















 1- ¿La única escuela?

Pasamos los cuartos. Para los que rondamos los treinta años es un desahogo feroz: 94, 98, 2002, 2006, y 2010 fueron mundiales de frustración. Distintos en sus devenir, pero ninguno con final feliz; altas expectativas, escasos resultados.

Masche que ronda una pertenencia generacional similar a la mía, rugió al terminar el partido “¡pudimos, pudimos!”. Luego nos enteramos que en la arenga con sus compañeros afirmó “¡no quiero comer mierda! ¡Quiero felicidad!”.

Comparto todo esto porque me interesan –y preocupan- ciertas lecturas que andan yirando sobre la victoria criolla y sus formas. Tiro esta que me parece muy ilustrativa; declaración de Verón en la transmisión del partido por Direct TV finalizado el match con los belgas:

“Hablaban de la escuela del juego que se practica, que este no es el fútbol que le gusta a la gente… Bueno, hoy, 24 años después, con otro DT de la misma escuela que se han mofado, acá estamos…”

No comparto para nada la creencia de que para ganar al fútbol se debe jugar de una determinada manera. “Formas de jugar hay muchas, pero solo una puede ganar”. Mentira.