miércoles, 18 de enero de 2012

Hinchas digitales: ¿hay agite virtual?


Salimos campeones y me encontré con una sección en el Olé que me llamó la atención (http://panoramica.ole.com.ar/apertura-2011/boca-jrs-campeon-2011/). En la página Web del diario se presenta una opción que presenta una panorámica de las tribunas de la bombonera, donde nos invita a buscarnos con el zoom para etiquetarnos y figurar en un recuadro debajo de la foto mencionada como también contactarnos mediante Facebook con los demás etiquetados. El visor llega donde sea y con una precisión casi perfecta. Veamos de qué se trata.


1-Segunda conciencia

La sección de Olé dispersa la constelación de un dios embriagado destilando minuciosamente partículas individualizados. La tribuna se compone de una suma yoica y no de un solo ser. Se banaliza el acto del agite como un mero paseo por un evento –como si ir a la cancha fuese ir a un cumpleaños de 15- fortaleciendo el carisma de Olé como el diario del palo, amigo de las hinchadas.


Un ensayista alemán, Ernst Junger, acuña la noción de segunda conciencia. La segunda conciencia es una especie de radar que nos hace sensibles a una nueva clase de mirada: hay una mirada que registra nuestros movimientos no solo con los interlocutores que compartimos un mismo territorio, cara a cara, sino que alguien en otro lugar nos percibe también. Nuestro cuerpo es carne, aquí y ahora, pero también un espectro que deambula por alguna pantalla. Como entidades virtuales gracias a las tecnologías que propagan imágenes a distancia nos conectamos trans-territorialmente con otros en una temporalidad diferida o en vivo y en directo. En la cancha muchos no sólo posan para las cámaras, sino que producen sus propias imágenes con celulares o cámaras digitales. Secuencias no solo encarnadas en los hinchas: un ejemplo recurrente es apreciar televisivamente a los jugadores entre ellos o con los árbitros hablar tapándose la boca. Se bloquea el curso de las imágenes que nosotros seriamos testigos. No estamos ahí, pero ellos saben que nosotros sabemos lo que esta pasando. De alguna manera, ellos en nuestra casa son visitantes, y nosotros, ahí, una presencia. Por eso es típica la calentura de muchos jugadores con los técnicos gesticuladores, por sentirse encanados: Simeone, La Volpe, Caruso, son ejemplos de catalizadores de la bronca de los futbolistas.

Dos hinchas de Central, Daniel Liñares y Juan Hudson, se dedicaron a pensar como el agite de las hinchadas es banalizada por el mercado, y como a su vez este agite empieza a mutar en su gramática mediante dicha intervención. La segunda conciencia de la bombonera en la iniciativa de Olé es capturada en clave mercantil y modulada espectacularmente continuando con el procedimiento analizado por los rosarinos. Ahora bien: ¿necesariamente esta sensibilidad se activa individualizando y gestionando experiencias? Del intento de responder esta pregunta se trata lo que sigue.


2- De números y sentidos

La tribuna es un lugar donde nuestras individualidades quedan un poco de lado. Arrastrados por la marea del agite nuestras fronteras subjetivas se borronean como dibujos en la arena. Hay dos clases de interpretación de esto: la masa pierde al individuo y no lo deja pensar ni actuar libremente, o en ella el individuo se pierde y estalla el éxtasis dionisiaco generando nuevas formas de vida. ¿Será así? Quizá romper la dicotomía grupo-individuo sea un gesto político de suma importancia. No acentuar “de por si” sea lo colectivo como potente ni lo individual como impotente a nuestras inquietudes es terminar con prejuicios infundados. Una singularidad que gambetee los imperativos dados no significa que lo sea por ser uno, como tampoco por ser muchos. No es un problema de número. Es un tema de sentido. Cuando se muestra el plano íntegro de la bombonera como lo hace la primera toma de Olé, es para meter todo en la misma bolsa de la banalización, a diferencia de una foto entre amigos, donde uno tiene una remera con un mensaje para otro que está en la tumba, obligándonos a no hablar de átomos solitarios sino de manchas de un mismo tigre. Ni hablar que el número da fuerza al sentido trasgresor, pero para que haya trasgresión alcanza con uno y la presencia de muchos puede responder a lo instituido (como las muchedumbres solitarias que se reúnen bajo la nefasta consigna del “prende y apaga”).

Y si en primera instancia se trata de un tema de sentido y lógicas de funcionamiento de lo social, hay que decir que tampoco es negativa en su esencia la circulación de imágenes a distancia. Las mismas logran que el agite de una hinchada con sus rituales, estéticas, invenciones se propague y disemine ampliamente por las avenidas digitales. La imagen a distancia no es sólo espectacularización –a su vez habría que decir que el espectáculo también se activa cara a cara- sino que puede funcionar para sacudir la estética banalizada del aguante onda cotillón de casamiento. Un ejemplo es el rol de foros y redes sociales que funcionaron en Independiente para plantarse frente a la barra pos raje del turquito Mohamed (proceso que es parte del sedimento que permitió la llegada de Cantero a la presidencia del rojo con aires renovadores en un escenario más que complejo).

La sección de Olé se suma a un batallón de iniciativas de fraccionar y domesticar el agite de los hinchas como malones afiebrados para absorber su carisma y alimentar el aura del diario como empresa. No solo esta lógica se da para las marcas, sino también para tantos hinchas que vemos comúnmente donde ir a la cancha es una salida más para comentar el lunes en el trabajo o subir al muro de su perfil informático. Se trata de intervenir en este circuito que deja afuera afecciones como la bancarrota de los clubes, los problemas para el ingreso de los hinchas a las canchas, la sangría de jugadores, y la “sospecha” de partidos, campeonatos y descensos definidos en escritorios. Dicha intervención es un problema de lógicas y sistemas de dominación antes que de números, y donde el escenario mediático no es un campo de batalla atravesado monopólicamente por las estrategias del espectáculo y la banalización.


                                                                  Andrés


Referencias del texto:

*Ernst Junger: Sobre el dolor, Ed. Tusquets, Barcelona, 1995.
*Ignacio Lewcowickz: Particular, Universal, Singular, en “Etica: un horizonte en quiebra”, Eudeba, Buenos Aires,1998.
*Juan Manual Sodo y Juan Pablo Hudson: Dilemas del aguante y el sentimentalismo; un análisis canalla, en “De pies a cabeza”, Agustín Valle y Juan Sodo (comp.), Ed. Ensayos en Vivo, Bs. As., 2010. 

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