miércoles, 14 de diciembre de 2011

Manuscrito hallado en una botella


1-

Las conciencias no bastan para asegurar una comunicación; hace falta una comunicación de las condiciones de las conciencias para que exista la comunicación de las conciencias. (Gilbert Simondon; La individuación).


2-

Vagón del Sarmiento. Tres de la tarde. Zambullido en una lectura me despierta una discusión:
-Acá, no ves, acá -explica un vendedor.
-Si no dice nada -retruca el pasajero.
-Como que no boludo, ahí tenés, fecha de vencimiento.
-Esta bien, esta bien…
El vendedor va y vuelve, hace chicle en el pasillo:
-No ves boludo, que me rompes las pelotas que estoy laburando.
-Ya esta, salí, si no hay nada ahí…
-Mira gordo, ¿sos ciego la concha de tu madre?
-Me decís gordo si sos más gordo que yo…
-Boqueás boludo, bajate gil que te trompeo, gil, si tenés mano chica.
-Salí, salí…
-Dale la concha de tu madre, plantate boludo, dale la concha de tu madre, ¿no ves que puteo a tu vieja para que saltes?
-Ya está gordo, ya está, no ves que se te cae todo…
El vendedor se le pone cara a cara, le murmura alguna gilada, y le manda un cabezazo que suena feo en el pómulo al pasajero. Y se activa el coro: ehhhh, para… El gordo de las pastillas se escurre por el pasillo. El otro chaboncito,  apoyado al costado de la puerta, se queda tocándose la geta.



3-

       Esa noche llama a X y le cuenta el sueño. X no dice nada. Al día siguiente vuelve a llamar a X. Y al día siguiente. La actitud de X es cada vez mas fría, como si con cada llamada B se estuviera alejando en el tiempo. Estoy desapareciendo, piensa B. Me está borrando y sabe lo que hace y por que lo hace. Una noche B amenaza a X con tomar el tren y plantarse en su casa al día siguiente. Ni se te ocurra, dice X. Voy a ir, dice B, ya no soporto estas llamadas telefónicas, quiero verte la cara cuando te hablo. No te abriré la puerta, dice X y luego cuelga. B no entiende nada. Durante mucho tiempo piensa como es posible que un ser humano pase de un extremo a otro en sus sentimientos, en sus deseos. Luego se emborracha o busca consuelo en un libro. Pasan los días. (Roberto Bolaño; Llamadas Telefónicas).


4-

Hospital. Mes de entradas. Un tipo zarpado en obeso -casi 200 kilos- se acerca para una consulta.
-Disculpá, ¿donde me puedo hacer esto? Entrega una orden.
-¿Es par usted? –le preguntan.
-Si, es para mi –contesta.
-Bueno señor, va a tener que ir al zoológico.
-¿Qué?
-Esto se lo tiene que hacer en el zoológico. ¿Sabe donde queda? Es en el barrio de Palermo.
-Pero escuchame pendeja, ¿me estás jodiendo?
-No señor, espere…
-Porque no te vas a la puta que te parió, boluda (Le arranca la orden de la mano. Envalentonado, dispara agitado por el hall del hospital).


5-

Hola, hola, como estás, si, bien, mucho tiempo sin verte, que haces, como está tu mujer, ya nos veremos, tengo prisa, por supuesto que iré a verte, hasta luego, adiós… Así fue, ra-ta-ta-ta. Dos cuerpos sólidos que chocan en el espacio cuando no deben, rozan una superficie contra la otra, intercambian recuerdos, conectan números equivocados, prometen y vuelven a prometer, olvidan, vuelven a recordar… Apresurados, maquinales, sin sentido… ¿Y para qué diablos sirve todo eso? (Henry Miller; Sexus).


6-

Envíe DIOS al 1010 y reciba un mensaje divino de Santidad, Amor y Serenidad.  (Anuncio de una aficheta pegada en un poste de luz cerca de mi casa).


7-

Hace mucho tiempo que pise la cubierta de este buque terrible, y los rayos de mi destino, según creo, se concentran cada vez más. ¡Oh gentes incomprensibles! Sin verme, pasan a mi lado sumidos en meditaciones cuya naturaleza no me es posible adivinar. Sería una gran locura por mi parte ocultarme a ellos porque no pueden verme. Hace un momento pasé por el segundo de a bordo; poco antes me aventure hasta el camarote del capitán, en donde conseguí medios para escribir lo que antecede y seguirá a esto. Tengo la intención de continuar este diario de cuando en cuando. Es cierto que no encontraré ocasión alguna de transmitirlo al mundo, pero, por lo menos, lo intentaré. En último caso, guardaré el manuscrito en una botella y la echaré al mar. (Edgar Allan Poe, Manuscrito hallado en una botella).


                                                                                                                     Andrés

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