miércoles, 23 de noviembre de 2011

Ni gato ni soldado: pensando el Puterío

“Es todo Puterío” escuchamos y decimos miles de veces. Puterío. Una palabra que nos suena demasiado: laburo, amigos, barrio, fútbol, parejas, la tele… ¿Qué queremos decir? En las siguientes líneas no busco dar una definición exacta, sentenciar algo así como  “mirá, esto es el Puterío”; simplemente vamos a problematizar, a poner arriba de la mesa algunas de las situaciones que activan una palabra que deambula demasiado por nuestras conversaciones.

1- El puterío y las palabras

El Puterío es una movida discursiva. Procedimiento que consiste en bombardear la figura de un alguien para estropearla. Se hace creer una imagen de alguien a los demás, con el fin que esos demás al creer en esa imagen, modifiquen sus conductas.

En la lógica del Puterío hay roles: el que boquea; el boqueado; los que escuchan al bocón.

El que boquea armando puterío conoce de sobra el poder de las palabras. El lenguaje es como un virus, decía Burroughs: los dichos se propagan y encuentran cuerpos con defensas bajas y hacen efecto. Cambian conductas. Advienen epidemias.


2- El careta y el que se la banca

Hablemos de la relación del Puterío con el territorio de enunciación: la palabra viralizada se arroga desde la clandestinidad o se encara directo al boqueado; puede ser un careta o bancársela. Son casos diferentes: el careta opera en la sombra, para que no se entere el boqueado, o sabe que ya lo sabe, pero evita el choque. Sabe cuando abrir el pico. Sea con giladas por mensajitos de texto, caer en horarios que no está el enunciado, u operar en pasillos o rincones oscuros (el típico “vení, vení, que te tengo que decir una cosita…”). El que se la banca, lo hace sin rodeos, mediante posteos en el muro de Facebook o cara a cara; secuencia donde capaz pinta el mano a mano y termina todo a los ganchos (“lo que pasa que ya venía picado de antes”, nos explican).

3- ¿Para qué armar Puterío?


Algunos de los sentidos del Puterío pueden ser: fines estratégicos; de venganza; o entretenimiento.

Objetivo instrumental: se tritura la imagen de una persona para mover fichas: que alguien suba o baje; que entre o salga. Ejemplos: las típicas boqueadas en un laburo para ver a quien llaman en tiempos de sequia, cubrir los días de franco, ganar algún nombramiento, etc.

Objetivo policial: resonancia de algún golpazo, pinta el resentimiento, la envidia, y se agitan giladas para desmerecer, como castigo. Como ilustración, transcribo unas declaraciones de Licht en el contexto del affaire Teo Gutierrez: "se manejó mal, salimos a jugar con él este partido y lo bancamos de la mejor manera, no sé por qué hablo mal del cuerpo técnico y de los jugadores, fue de poco hombre y tendría que haber hablado primero con el plantel".

Objetivo sádico: Se saca el cuero para matar el tiempo. Hay un goce en escupir la herida ajena. Imposible no recordar previas de sábados a la noche, donde se boquea al que no está.

4- Éxito del bocón

Para que haga efecto un virus el organismo debe estar disponible para recibirlo. La tribuna del que boquea puede creer y cambiar comportamientos con el boqueado, e inocentemente seguir contagiando el virus discursivamente; confiar y no cambiar actitud alguna; no comerselá y hacerse el gil; o no creer y plantarse con el que boquea y ponerle los puntos si no le cabe lo que dice. Estas posibilidades dependen de la figura previa que tenga cada uno del boqueado, o un acontecimiento tremendo, que no se encuentre explicación, y en medio del quilombo, se imponga la interpretación de alguien que busca puterío. Vale aclarar que el que boquea puede ser vende humo como no, como también que puede ser autor o no de lo que propaga (un bocón no sólo es creador sino también un inteligente difusor de rumores).

5- A todo esto: ¿Qué hace el boqueado?

El boqueado intuye. Sabe que algo pasa. Olfatea cambios: no lo miran como antes, o mejor dicho, el ya no se ve en los ojos de los demás como se veía hace unos días. Aparece la persecuta: ¿Qué habrá pasado? ¿Desde cuándo? La otra es la indiferencia. Seguir como si nada. Una pregunta: ¿Hasta qué punto no darle cabida a los que tiran giladas? ¿Depende de los cambios que haya en mi entorno, de las cosas que estén en juego? ¿Hasta cuándo no dar entidad pero tampoco quedar como un pancho?

6- El Puterío: ¿una boludés?

Baudrillard habla de la lógica de Papa Noel para referirse a ciertas críticas sobre las publicidades: alguien se queja de que en vez de una bicicleta, Papa Noel trajo una pelota; otro se enoja porque en vez de traer una Play dejó ropa; pero si hay algo que nadie hace es criticar la idea de Papa Noel, de un ser ajeno que satisface nuestros deseos dejando en evidencia nuestra impotencia para efectuarlos. Lo mismo con la publicidad: se criticar la modelo, la música, el producto; pero lo que hay que criticar es el dispositivo publicitario, como intervención creadora de subjetividad. Y con el Puterío hay algo típico que escuchamos: que me importa a quien se garchó, con quien anda, si esta enfermo o no, con quien vive, la música que escucha, como se viste, como habla, etc.… Sí, el Puterío muchas veces se aferra de asuntos banales; pero por más que sean boludeces, lo importante es el procedimiento: el Puterío (a su vez, al decir banales, estamos aplicando un juicio de valor: hoy se dilatan los contornos entre lo público y lo privado, y sabemos que para muchos los “temas personales” son temas del día que se cocinan de boca en boca).

7-  Condiciones de posibilidad y eficacia histórica del Puterío.

El Puterío se activa en un grupo o por lo menos en un lugar compartido. Por eso es acusado de desintegrar agrupamientos. Cada integrante en vez de cumplir su rol para que el objetivo del grupo se concrete, busca ser protagonista en la función más importante, a costa de que el objetivo general no se concrete (“se ponen los hombres por encima de las instituciones”). Llueven puteadas a los jugadores que se pelan en el vestuario por guita, chapa, gatos, y se olvidan que siempre está primero la camiseta... Muchas de las películas del director japonés Akira Kurosawa respiran esta preocupación. De cómo hermanos o tribus se pelan por un mismo trono, y en esa pelea, se olvidan de su reino o clan, y por su disputa, ese ser colectivo termina pereciendo desgarrado. “Si los hermanos se pelean, se los comen los de afuera”; ¿pero que es esa lealtad que configura esa hermandad? ¿El Puterío es algo así como una anomia, una desviación de normas trascendentes? ¿No será el Puterío un vínculo genuino, que expone por un lado la crisis de la comunión de un todo que contiene diversas partes orquestadas en un sentido general, y por otro, el funcionamiento eficaz de una manera de estar juntos contemporánea? El Puterío es útil en una mesa de retazos donde cada uno se siente parte y todo a la vez (como dice Personal, cada persona es un mundo). El Puterío es una granada verbal donde la rivalidad es entorno. El boqueado no es tanto la oveja negra, sino alguien que en un entramado precario de cuerpos, sirve de condición de posibilidad momentánea para que otro yo se potencie en sus fines individuales, sea por motivos instrumentales, punitivos o puro placer. En tiempos de Puterío el otro es cosificado y banalizada su sensibilidad, entablando una indiferencia de las posibles repercusiones de lo dicho. A esta altura, está de más decirlo: el puterío no es sólo cosa de mujeres.

Siempre hay Puterío porque siempre hay movimiento y reacomodamiento de piezas (la ética contemporánea reza que nunca conviene estar peleado del todo ni amigo del todo; siempre habrá que tranzar, siempre habrá que traicionar). El puterío lima, te quema. Es un repiqueteo que zumba en el aire, siempre (el problema es cuando un lugar ya esta zarpado en puterío, rompe el techo de cabarute acostumbrado y se hace irrespirable…). El puterío no es un acto que rompe con el chip vital dominante: desborde desde el capricho, es el afuera de un adentro que no deviene otredad salvaje de ese adentro (el Puterío: ese hábito quilombero, ese caos medido y calculado). Sin embargo, no hay que ceder a los reclamos de moderación, que disciplinan cualquier conflictividad; algo a recuperar del Puterío, que si bien es una crítica que no critica, es que mueve la cosa, activa descontentos, zarandea lo anquilosado.

8- El puterío: una afección a politizar


Decía Nietzsche que no hay fenómenos morales, sino solamente interpretaciones morales de los fenómenos; que quiero decir: no negamos al puterío como “malos modales” sino como una acción que se ejecuta para reproducir una forma de vida que rechazamos. Y abrimos una discusión: ¿que sucede cuando en fugas de la vida actual, se avisora el Puterío? O en organizaciones que declaran cambios emancipatorios, agitan a full el Puterío: boquear por quien salió en una foto, inventar algún mambo personal, ensuciar con algún billete que falta… El Puterío es el caballo de Troya de la vida mercantil, aunque digamos que hacemos lo contrario… El pensador Ranciere habla de Discenso: refiere tanto a la construcción de nuevas sensibilidades, maneras de vincularse, trazados de territorios y artefactos, como de nuevos sentidos, gestos, lenguajes, que son anteriores a las grades directrices políticas –siendo este “antes” también político. No naturalizar el Puterío significa pincharlo como estrategia, cuestionar su accionar por la lógica que implica. Es politizar otra manera de estar juntos, de inventar formas de lo común que hagan tambalear los escenarios establecidos, desde ser gatos donde cada parte es un todo ajena a cualquier otra, como de las consignas para soldados, donde el todo es más que la suma de sus partes.
                                                                                                               Andrés                                                                                                                           
Materiales Utilizados:
*Baudrillard, Jean: El sistema de los objetos, Ed. Siglo XXI, México D:F:, 1987.
*Burroughs, William: La revolución electrónica, Ed. Caja Negra, Buenos Aires, 2009.
*Ranciere, Jacques: EL espectador emancipado, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2010.

2 comentarios:

  1. "No hay mas bohemia, todo es chusmear". Es verdad, la vida social esta cada vez mas ensimismada y "personalizada". No se piensa socialmente lo personal, se vuelve personal lo social...Pero también en esta frase hay algo de rechazo moral hacia el chusmerio, y de nostalgia por los tiempos de "trascendencia historica..". Buenisimo el gesto de pensar positivamente el puterio. Nos guste o no -esta claro que no- el puterio opera como una logica social, funciona, produce lazos....El puterio es un modo de habitar un tiempo vacio y tedioso..(Estamos en alguna comida con amigos o en el laburo o con la flia y siempre el "sacar mano" aparece como un insumo de la conversacion...). El puterio no es "la perdida del ser en la banalidad de lo cotidiano", el puterio es la materia sensible y la informacion que nutre y reproduce la vida social ( o para no ser tan dramaticas, digamos que en una de sus dimensiones..). Esta tan hecho carne...(o hecho lengua) que cuando pones cara de ojete porque no te cabe participar -aunque sea por omision- recibis una sancion grupal zarpada que te condena al ostracismo..."que te haces el que no te cabe sacar mano..." (uff, ¿puterio o muerte -del lazo social-?)
    Abzo cabeza
    L.

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  2. "El puterio es un modo de habitar un tiempo vacio y tedioso.." Retomo esta frase tuya, ya que al mismo tiempo que decimos que el puterio es una mecánica, una lógica de funcionamiento, paradójicamente, nos permite transitar el nihilismo. saludos

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