domingo, 10 de marzo de 2013

Bombonerazo: fútbol y acontecimiento





1- El acontecimiento

Domingo 3 de marzo del 2013. Román vuelve a Boca. Román y Bianchi, los dos, están en Boca otra vez. Más allá de la derrota contra Unión, el hecho es increíble. Ahora: ¿como llegamos a esta situación que parecía imposible? Lo dijo Bianchi: “yo estoy acá por que me pidió la gente”. Ese pedido tronó durante el Bombonerazo. Un acontecimiento que sacudió el piso obligando a que las piezas del rompecabezas que se venia armando, queden flotando en un limbo esperando una configuración que afirme otra imagen de futuro.

Sabemos de sobra y estamos ya saturados de cómo fue la cosa: la foto entre Falcioni y Angelici; el bombonerazo; las declaraciones del presiente de que el nuevo técnico tendría que saber que Riquelme en Boca no jugaría más; Angelici yendo a buscar a Bianchi y la posibilidad de que vuelva Román; Román que dice que no; Román que dice que si. Vale recordar que este año fue bastante movido, politizado: banderazos por Riquelme y por cuestiones institucionales como la imposibilidad del ingreso a la cancha de los no socios, y que días después del partido contra Godoy Cruz fue el festejo por el día del hincha (12/12/12), una apropiación urbana inédita y multitudinaria por parte del Jugador Número 12. Y no olvidemos que este 2013 es un año electoral, sabiendo que lo que sucede en nuestro Boca repercute en las expectativas partidarias del Pro.

¿Cómo fue posible que del abrazo de Falcioni y Angelici, pasemos a ver a Román con el virrey en el banco? Lo que sucedió fue que la bombonera habló, diría mas tarde un decaído, un derrotado Angelici….


El acontecimiento abre nuevos posibles. Es una corriente salvaje que quiebra el calendario lógico de la temporalidad anterior a su explosión, dejándonos mareados y sin coordenadas confiables. Pero paradójicamente, necesita de saberes e intentos de estrategias que busquen su presencia. Para que el acontecimiento desorganice necesita de algunas fuerzas organizadas que lo preparen.

Tras el rechazo a la decisión de que continúe Falcioni, explotó la bombonera. Manifestación que fue posible por la generación de una atmósfera durante los días previos: una mezcla de movidas por Facebook; operaciones por medios pequeños como grandes cadenas multinacionales; agites de filiales o grupos de amigos; la propia página del club que vocinaba en contra de la dirigencia y la cadena nacional de Román. Se generó un clima inflamable que luego se activó espontáneamente en la cancha sacudiendo los cimientos de una decisión política para con el equipo.

Una de las consignas que circuló fue “escuchen al hincha”, o la idea de la Bombonera como “cabildo abierto”, manifestando un acá estamos, no nos podemos quedar afuera. Lejos quedamos del banalizado modelo de hincha que propone el club-marca: agitador, apasionado, pero no antagonista del devenir de Boca, nuestro Boca.

Sacudida que modificó todo un esquema típico de nuestra intervención como hinchas en la cancha: ya no importó el resultado del partido, marginando el típico susurro dirigencial de “dejá, dejá, se ganan un par de partidos y se arregla todo”, como también plantándose a las iniciativas de la barra que en otros momentos lograron aplacar la ira del estadio. Ese día no. Se barrió con todo: no solo hubo pedidos por Bianchi y Riquelme, sino puteadas al técnico y silbidos al presidente, todo en un día muy especial: el retito del flaco, y la presencia de Palermo en el banco de Godoy Cruz.

Pero fundamentalmente se rompió con un esquema político-representativo: la racionalidad de la dirigencia es moverse considerando nuestros humores anímicos y surfeando entre sus intereses y nuestras opiniones. En este caso no se percibió nuestro pulso anímico o capaz que si, pero se subestimó nuestro sentir por esos días, argumentando quizá que el camión arranca y los melones se acomodan… Y la cancha explotó. Explosión espontánea pero también con ciertos niveles de organización previa, se generó un nuevo tiempo que nadie imaginó: no solo se fue Falcioni, sino que fue tan grande el espectro abierto que los temores despertados hicieron que fuera posible que vuelva Bianchi y hasta Riquelme.

Y eso es lo importante: la fuerza que se originó al dislocar el curso del tiempo recorrido. De ahí que la serie de imágenes, comentarios, charlas, que surgieron por esos días, no se pueden medir por su solidez lógica-argumentativa; no importa lo sofisticado de un enunciado, sino los efectos prácticos que conlleva. Y la Bombonera habló, se hizo escuchar. Eso es lo importante.



2- Conciencia del acontecimiento

Uno de las preguntas que nos hacemos es ¿qué es lo más importante de esta historia? ¿la vuelta de Bianchi y Román? En parte si y en parte no. En parte si porque son ídolos y por diferentes motivos tanto lo de uno como lo del otro parecían imposibles. Y digo que no porque hay un hecho que debemos considerar y es nuestra presencia como hinchas. El Jugador Número 12 que no solo interviene en los climas de los partidos sino en el devenir del club.

Por eso es importante el bombonerazo. Un acontecimiento que además de la apertura que provoco por la insospechada vuelta de Bianchi y Román, es una especie de meta acontecimiento, en tanto que nos permita reconocernos con la potencia de hacer virar el sentido de cómo vienen las cartas. Se planta un antecedente de lo que somos capaces.

Nadie eligió la foto Angelici-Falcioni: es indudable que estamos a merced de las acciones de los demás. Pero no nos guardamos esa bronca sino que plasmamos de forma concreta una acción, en parte organizada en diferentes medios como también apelando espontáneamente a la típica intervención de chiflar y cantar en la cancha, agitar banderas y poner el cuerpo. A su vez tampoco podemos manejar todo lo que se dispara y elegir libremente lo que nos depara la apertura del acontecimiento... Por eso este será una fuerza que brota de lo imprevisto pero que hay que saber organizar; organización que si olvida lo azaroso de su origen se satura y es impotente a lo nuevo que abra el inocente devenir del mundo.

Hablamos de una politicidad como hinchas que debe disputar representaciones de aquellos que se apropian del club y proclaman lo mejor para nosotros, sea desde la dirigencia con sus iniciativas de la cancha nueva, como de empresas por ejemplo Nike. Recordemos en el verano las críticas por la camiseta violeta y la respuesta de la empresa: “no se ganan partidos con los colores” ¿Qué carajo le importa a Nike como ganamos nosotros? ¿Por qué decide el color de un emblema de nuestra identidad como bosteros, como es la camiseta del equipo?

Además de aquellos que hablan por nosotros, están los que nos invitan a hablemos por nosotros mismos pero negando nuestra singularidad. ¿A qué me refiero? A otra secuencia veraniega como fue la campaña de “Adjetivemos a Messi”. Pepsi interpeló a hinchas argentinos a que inventen un adjetivo para explicar lo que es Messi. Como tiró Sabella que hay que inventar palabras para él, Pepsi nos invita a que la imaginemos. Es más: la palabra ingresaría en el diccionario de Santillana. Nosotros hacemos el lenguaje, parece, y no es el diccionario el que nos explica como tenemos que hablar bien (en Suecia se hizo algo parecido con Ibrahimovic). Ahora: ¿Por qué pensar para Pepsi? ¿Cualquier adjetivo aceptaría? ¿El proceso de creación de este adjetivo, implica lo mismo que el Bombonerazo? Evidentemente no. En esa oportunidad sacudimos la realidad del club y en este caso fortalecemos la marca de una empresa multinacional.

Otro desafío es no quedarnos solamente en chillar sino en plantear una propuesta para nuestro club. El día del hincha fue una apropiación del espacio urbano realmente histórico, tomando un camión de un medio como Crónica, pintarrajeando el obelisco, pibes parados arriba de marquesinas de Mac Donalds viendo la ciudad en su centro desde arriba. Movida nacional, ocupando plazas en todo el país, generando en la capital una fuerte persecuta policial, agitando con pesquisas, boqueando y otras intimidaciones, con una lectura de los grandes medios muy demonizadora de nuestra fiesta.

Pero no alcanza solo con profanar, con invertir el sentido de lo dado, sino de armar lugares propios, no solo para que nos escuchen, sino que el club sea efectivamente de nosotros, los hinchas. Si Boca es nuestro, esa pertenencia debe plasmarse en su propia forma de ser institucional (ver en este blog “El banderazo ¿una forma de gobierno? Pensamientos sobre una intervención política”). La pregunta es como conjugar esos saberes de los banderazos o el día del hincha, como genuinas politizaciones, en una afirmación que también contemple lo institucional del club, ya en su propio funcionamiento, en la mecánica de su razón de ser, pero sin negar nuestras sensibilidades como hinchas.  

Desde esta fuerza politizadora debemos entender el Bombonerazo como un acontecimiento que abre nuevos posibles en la coyuntura inmediata del club, pero que también nos cambia a nosotros como hinchas, en tanto nos obliga a mirarnos a nosotros mismos, a complejizar nuestra propia constitución como hinchas, y a preguntarnos que potencialidades portan nuestros cuerpos que nos encontraron participando de algo así como el Bombonerazo. Por lo tanto, si hay una primera conclusión a sacar es, justamente, la posibilidad de este tipo de hechos, un acontecimiento.

Como verán, mi preocupación como bostero es que el Bombonerazo no sea simplemente un bardo pasajero, sino que nos haga ver de lo que puede el Jugador Número 12. Y que los que se apropian de nuestro Boca para representarnos, de la forma que sea, lo sepan. Que lo sepan y nos teman.



1 comentario:

  1. interesante reseña de la fiesta que es y el orgullo de ser un verdadero hincha xeneize!

    ResponderEliminar