lunes, 21 de octubre de 2013


El maternalismo: introducción a una lógica social contemporánea

Ensayo a partir de la película “Perder la razón” (Joachim Lafosse, Bélgica, 2012).


1- La construcción del maternalismo

Estamos en Bélgica: una pareja de veintipico largo al toque de ponerse de novios decide casarse y estar juntos “para toda la vida”.

Mientras Murielle es nativa de Bélgica su novio Mounir es de Marruecos, viniendo de pibito. Mounir tiene su padrino: André. André es un médico ya mayor de edad con una buena posición económica. Si bien no es el padre biológico de Mounir, es quien lo crió y protege en Europa.

Mounir  y André tiene una relación muy especial: Mounir tiene problemas para estudiar y André le hace los ejercicios; a Mounir se le dificulta para conseguir laburo, André lo contrata en su consultorio.

Pero la ayuda de André no termina con su ahijado: la pareja se casa y al poco tiempo llegan los hijos y problemas varios: gestión de las tareas hogareñas, crianza de los pibitos, necesidad de billete... Ahí lo vemos a André siempre presto para ayudar: no solo aportando una buena moneda, sino con regalos, la compra de una casa, dando certificados para que  Murielle  se tome licencia y no vaya más a trabajar, como hacerle upa a los bebes para que dejen de llorar.


Mounir como individuo y la pareja que conforma con Murielle se sostiene en su efectuación cotidiana en gran parte gracias a la ayuda de André. Pero es inevitable la pregunta: ¿qué tipo de conexión se despliega? Por ende ¿qué clase de pareja van a constituir Mounir y Murielle? Observamos la presencia del maternalismo como lógica social.

El maternalismo es una matriz social que si bien la percibimos en este caso en la onda familiar, excede y desborda a la misma.  Es una lógica de cuidados e intercambios que se dan entre los individuos. Ante el cúmulo estructural de cortocircuitos que se manifiestan en nuestra vida contemporánea se abre un campo de fuerzas protector. Se banca a las personas reconociendo sus deseos y sosteniendo la condición de posibilidad de concreción de los mismos.

Como vemos en la peli se brinda en los intercambios un capital económico –dinero, casa-, como capital social –recomendaciones a profesionales de primera para tratar malestares-, y capital afectivo –contención para atender chicos hinchapelota.

Como cualquier dispositivo el maternalismo cuenta con sus roles específicos y una serie de saberes, sensibilidades y hábitos que se requieren para darle vida. En el puesto del que ayuda encontramos alguien cálido, permisivo y afectuoso que se preocupa por satisfacer los deseos de los demás. André como padrino debe aprobar el casamiento de su ahijado y la mujer que elija; pero con Murielle, André no tiene problema y acepta el gusto de su ahijado sin que sea necesario que él lo apruebe.

En el rol de los protegidos, estos no solo descansan plácidamente en una dinámica que les permite acceder a un estándar de vida de clase media como así también lograr cierta estabilidad frente a los cimbronazos de la rutina contemporánea.

Por eso es importante que recordemos que las conexiones que constituyen el maternalismo no se dan en el aire: se parte de una trama social con sus diversas constelaciones de clase, género y generacionales, entre otras. En este caso vemos a un Mounir que sale de su moratoria social y diambula desorientado, y a una Murielle para quien se abre la posibilidad de construir una pareja y disfrutar de un nivel de vida familiar que con su laburito de maestra no lo va a conseguir nunca.

Si en tiempos precarios es difícil armar una vida autónoma, la lógica maternal –no necesariamente familiar como tampoco sexualmente femenina- se manifiesta en el caso de la parejita de Mounir e Murielle como una lógica que permite el arribo de la fantasía colectiva del consumo y el bienestar tecnológico como estatus colectivo. Pero fundamentalmente, el maternalismo es un regazo ontológico para soportar nuestra época como intemperie y dificultad intensa para el lazo social.


2- Afecciones y guerra de composiciones

Como cualquier lógica el maternalismo genera sus propias afecciones. El sistema empieza a afectar negativamente a la pareja. En especial a Murielle: empieza a sentirse agobiada por la presencia de André y reclama por su propio lugar.

En una vuelta  Mounir habla con su padrino y le plantea la posibilidad de que con su mujer y sus hijos se vayan a Marruecos, donde Murielle  se siente a gusto; André estalla. Se queja afirmando “me dejan luego de todo lo que les di”. La bronca del padrino no se relaciona solamente con que su ahijado pueda irse a Marruecos y desista de quedarse en Europa tras sus esmerados esfuerzos para radicarlo, sino que hay un deseo que naturalmente no puede bancar: ser desmantelado el sistema maternal y que él ya no ocupe el rol de protector que tanto le place.

Pongamos ahora atención en Murielle  De más está decir que si Mounir no se enfrente a su padrino y cede al chantaje maternal se genera una tensión y la pareja se agrieta. Pero a su vez Murielle no busca romper con el sistema completamente, como tampoco quiere quebrar la relación con Mounir, pero claramente el escenario familiar así planteado no va más. En estas ambigüedades se irá debatiendo su existencia.

De ahora en más las afecciones que provoca el maternalismo en el cuerpo de Murielle  serán intervenidas de dos maneras: por un lado por la misma lógica maternal, y por otro lado, emprendiendo conexiones alternativas.

Desde el maternalismo el padrino compra una casa más grande, propone contratar una niñera, hace certificados para que Murielle  falte al laburo y la deriva con una buena sicóloga de confianza. Si bien se afirma el maternalismo como intervención en los malestares de Murielle  bajo la misma lógica que los provoca, puede haber resignificaciones: gracias a la sicóloga Murielle  empieza a elaborar sus inquietudes en un sentido diferente a como lo venía haciendo.

Pero también encontramos empalmes entre Murielle y otras vidas que le permiten afirmarse en un lugar distinto del que lo hace en su rutina. Hablamos de los viajes a Marruecos. Murielle  hace muy buena onda con la madre de su marido. Le gusta el lugar, la pasa bien.

Aunque sabemos que la familia no se irá a vivir a Marruecos y tampoco el padrino se banca que Murielle  en Bélgica desarrolle una vida vinculada con ese mundo (“sácate eso” le grita cuando la ve con ropas marroquíes). Mientras tanto la mecánica del maternalismo asfixia cada vez más (se fueron a una casa mas grande,  Murielle  casi no labura, pero no hay un afuera de esa vida que se siente como una constante pérdida de autonomía).

Para  Murielle  se pone cada vez más turbulenta la relación con André, con su marido y consigo misma. Hay un punto culmine en este devenir: al ser conocida del médico que la deriva -André-, la sicóloga no la puede seguir atendiendo. Desconectada de la sicóloga y de su suegra, para  Murielle  no hay alteridad del maternalismo del cual aferrarse. La chica sobrevive: queda atrapada en un mundo familiar que no soporta y sin imágenes de qué hacer para zafar quedándose cada vez más lejos de sí. La situación va empeorando y las coordenadas vitales de Murielle  se desploman. Irrumpe el desquicio. Una tarde llama a la policía pidiendo ayuda afirmando: “maté a mis hijos y me quise suicidar y no puedo”.


 3- Percepción, destino y acontecimiento

En el trayecto de Murielle  hay dos momentos fundamentales: el primero es cuando con Mounir se enamoran y forman una familia bajo la lógica maternal; el segundo cuando se ve seriamente afectada por su falta de autonomía y se derrumba matando a sus hijos y con intentos de suicidio.

En ese entre-medio se va cocinando su vida. Sabemos que Murielle  conforma una pareja con Mounir. Esa pareja se constituye en relación con André, padrino de Mounir.  Murielle  queda atrapada en una contradicción que nunca resolverá: anhela distanciarse de André, pero no desea romper con Mounir, como  a su vez este no quiere romper con su padrino. En esta complejidad vemos a una  Murielle  que mientras en un principio es feliz en una relación reactiva, luego pasa a sentirse agobiada para terminar colapsando. Este panorama sabemos que contó con sus fugas: la relación de Murielle  con su suegra y el intercambio con su sicóloga; relaciones que no prosperaron para que  Murielle  sostuviera otras lógicas que aquella que la afectaban tanto. Y este no prosperar permitió que la lógica maternal para permanecer en su ser y afirmar su propia dinámica, se termine devorando a uno de sus componentes: Murielle.

Como vemos, las etapas de alegría, agobio y desquicio, no son lineales. Un problema político es la percepción en velocidad de la trama de destinos que se entretejen en el devenir de la vida. Por un lado como capturar hacia donde vamos, y por otro, que conexiones alternativas existen para modificar eso que nos estamos volviendo a partir de las composiciones que nos producen en el movimiento de nuestra rutina precaria.

De alguna manera estamos frente a una contradicción: por un lado no podemos controlar todas las conexiones y desconexiones que nos afectan en la trama social en la cual estamos insertos; pero los acontecimientos no se dan de golpe y se tejen subterráneamente, manifestando signos que circulan más o menos visiblemente. En el film vemos a la hermana de  Murielle  tildándola de “mantenida” y poniendo en duda que significaba eso para su vida, como el abrazo que se dan Murielle  y su suegra en el aeropuerto, como si la señora supiera que se aferraba a un cuerpo que se estaba disolviendo y le esperara un mal presagio, y por último, como no mencionar el llamado de Murielle  a su ya ex sicóloga, para expresarle que tiene miedo por la recurrencia de “pensamientos oscuros”.

Sabemos que un acontecimiento es un hecho que desencaja nuestras formas de comprender y sentir en el mundo; pero también, no es un hecho desconectado de todo lo real y existe una serie de circunstancias que se van entretejiendo que despiertan la curiosidad por el devenir que puede ir tomando la vida (todavía no podemos saber que, como, donde, pero hay algo puede pasar…). Lo que queremos decir es lo siguiente: si, es inevitable la sorpresa ante lo insólito que nos preparan los avatares del mundo, pero al mismo tiempo, estar disponibles para accionar siempre desde el acontecimiento es un síntoma de una pobre lectura de lo real (¿hacía falta que Murielle  mate a sus hijos e intenté suicidarse para que su marido se interrogue sobre el régimen de vida que comparten?).

Y que quede claro que cuando decimos pobre no hacemos referencia a un simple problema de complejidad reflexiva: se trata de escasos vínculos y sistemas de intercambio con los otros que dificultan un pensamiento sobre nuestras vivencias en el mundo. Pensamiento que pre acontecimiento no puede concebirlo –si fuera así este último no sería tal-; pero nos preguntamos por una percepción que pueda capturar movimientos minuciosos que desbordan los casilleros preestablecidos de esa pantalla de juego que es lo social.

Trabajo político el de la percepción que se hace complejo también por tratarse de tiempos precarios, donde hay una interferencia estructural entre nuestras percepciones, afectos y acciones: cuando nos afectamos por lo que percibimos y nos dedicamos a actuar, nuestros afectos son diferentes por cambios en nuestras percepciones y dejan en orsai nuestro hacer.

De lo que estamos seguros es que la lógica maternal es una matriz vital contemporánea que funciona en base de la satisfacción de deseos ya socialmente prediseñados como la contención emocional de cuerpos saturados en la incertidumbre y el miedo por su vida. La consecuencia: una felicidad triste, una existencia que no perfora el mapeo del mundo que lo constituye abriendo otros posibles para su proyecto vital, sea consigo mismo como con los otros. En una época donde frente al ventajismo del otro se opone un agite por afectos como el amor (“si no hay amor que no hay nada entonces”), queda demostrado que las emociones deben comprenderse en relación con formas de vida que implican diferentes sentidos. El maternalismo expresa una lógica reactiva donde el otro no coopera para que cada uno sea libre, sino en tanto sea feliz bajo parámetros determinados y siempre dependiendo de su ayuda. Como última muestra leamos a Guardiola, gurú de manejos de grupo y relaciones humanas para muchos:

Yo apoyo a quienes aceptan mis decisiones, pero esos que no quieren entender se sientan en el banco. Soy un gran amigo de mis jugadores cuando estos aceptan lo que digo”.




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