jueves, 20 de diciembre de 2012

Matar: ¿un acto amoroso?
Algunas ideas a partir de la película Amour de Micheal Haneke (Alemania, Austria y Francia; 2012).











1-El eclipse de una conciencia

El film expresa la historia de un matrimonio octogenario de clase media en Francia que comparten una vida tranquila: salir a conciertos, hacer las compras, comer juntos, escuchar música. Una pareja que en su constitución late vitalidad y que no se encuentra sostenida por una estructura vacía que se afirma por la inercia del hábito. Para nada. Pero un día mientras están comiendo, Georges percibe el primer síntoma de un cambio drástico que alterará para siempre su rutina: Anne desvaría. Se queda inmovilizada sin hacer gesto alguno. Georges está a punto de ir  buscar un médico pero escucha un ruido en la cocina y su mujer ahora está bien; cuando le consulta sobre lo ocurrido dice que no pasa nada y que se quede tranquilo. De este acontecimiento enpezará un devenir en caída libre donde Anne cada vez se verá más impedida a moverse como persona.


“Anne cada vez se verá más impedida a moverse como persona”. ¿Qué quiero decir? Persona es la síntesis siempre abierta entre los procesos de constitución del mundo y nosotros los individuos emergentes de ese proceso, con nuestro organismo, hábitos y lenguajes. Como individuos personalizados formamos parte de ese devenir creador con capacidad de intervención, aunque es una realidad que estructuralmente siempre nos desborda.

El organismo octogenario de Anne empieza a verse percudido luego del éxito biopolítico del hacer vivir. ¿Un A.C.V.? No sabemos. Lo cierto es que una persona se marchita y se pudre. Toda personalidad cuanta con la facultad de captar un entorno y reflexivamente operar en él. Cuando se modifica la anatomía de ese marco vital la persona se hace sensible a las nuevas coordenadas mutando y reconociendo como transitables los nuevos escenarios. En el caso de Anne esta conciencia se licua. Del atontamiento pasa progresivamente a la inmovilización de la mitad de su cuerpo, pérdida de funciones orgánicas, fallas de memoria, confusión de identidad, y postración absoluta. No se trata de un parate de su personalidad hasta que reconozca las nuevas condiciones, sino del derrumbe de sus capacidades síquicas y el ingreso a un mundo de sombras.



Tras el primer evento en que Anne es llevada al hospital, de regreso a su casa, le solicita a su marido que por nada del mundo la interne en un hospital. Anne y Georges tendrán un proyecto: cuidarse solos. En esta composición colectiva que es una pareja, deciden intervenir de una forma específica en el nuevo escenario que se les plantea. Pero no hay personalidad en abstracto. Todo proceso constitutivo implica una multiplicidad de filamentos sociales con diferentes sentidos: de clase, de genero, generacionales y tantas variables más. De ahí que es fundamental decir que esta intervención está hecha de dinero para pagar remedios, acceso médico, y empleadas que cuidan a la enferma, como que se trata de una pareja heterosexual, blanca y octogenaria.

No nos olvidemos de la hija de Georges  y Anne -Eva- que será un personaje importante en esta historia. Ante el cortocircuito por el nuevo panorama la vemos transitar distintas etapas: de la no captación de la gravedad del nuevo escenario hasta zambullirse en la plena desesperación. Situación recurrente de Eva será la intención de quebrar el proyecto de la pareja de cuidarse solos demandando la internación de su madre.

Estamos frente al caso de cómo una persona cercana se transforma hasta ser otra; pero otra en el sentido de intratable. E intratable no tanto por ser un choque de alteridades cuyo desafío es preguntarse como componer; de una relación constituida cada vez costará más reconocer al otro tal como era. Y no hablamos de mutaciones subjetivas sino de un trastrocamiento en su base orgánica que resulta irreversible para los cánones científicos de época impidiendo motorizar pulsos reflexivos, sean cuales sean.














2-  Sí matarás

El correr del tiempo dinamita el organismo de Anne dando mas esfuerzo a Georges para manejar la situación. Ante el declive de Anne su marido intenta esconderla de su hija. Ya no puede mostrarla. Su hija insiste para verla y cuando la ve entra en colapso. Anne ya no es Anne. Una y otra vez su marido se resiste a llevarla a un geriátrico porque le prometió que no lo haría. Nadie se va a preocupar como él (A una enfermera la echa por no darle bola a su mujer).

En una vuelta Georges escucha quejarse a Anne y va a ver que pasa. Se sienta en la cama y empieza a contarle una historia de cuando era chico. La toma de la mano, el timbre de su voz es dulce, cálido. Termina la historia. De golpe toma un almohadón y ahoga a su mujer. La mató. Claramente no es un arrebato como tampoco parece una estrategia premeditada por lo insoportable de la situación. ¿Por qué entonces? Sin juzgar en el sentido que sea, pero si tratando de interpretar una de las posibles razones de lo cometido no para analizar sicológicamente a los personajes, pero si para expresar preguntas que nos surgen de la vivencia de la película, decimos ¿Puede un homicidio ser un acto amoroso?

Georges y Anne conforman una pareja vital donde cada uno es parte del otro. Frente al acontecimiento que trastoca lo dado, el amor como afecto alimenta una creación de una nueva vida frente al imprevisto ocurrido: el proyecto común de cuidarse en el hogar y no someterse a la burocratización hospitalaria. En ese devenir Georges mata a Anne. De afuera parece un hecho cruel, pero lo hechos se pesan y se miden en términos relativos al sentido constituyente de la dinámica inmanente de una composición, y Georges quizá mate como gesto amoroso para que Anne frete a una muerte inevitable y el desgaste que supone esa espera, no siga sufriendo. Gesto a su vez singular, porque la muerte es una presencia inminente, pero se activa su llegada, problematizando ese final; final inevitable, es cierto, pero se elige como afrontarlo, lo cual no es un dato menor.
                                    
También es cierto que el dar muerte implica el supuesto que este desbarajuste zarpado de la personalidad de Anne no tiene retorno. La muerte es el final de un individuo y todas las posibilidades de su personalidad son marginadas. ¿No hay maneras de que automáticamente el desvarío no sea un goteo a veces mas lento otras más intenso que conduce a la muerte? ¿El matar como acto amoroso no es la culminación de la compasión como acto reactivo? ¿Pero a su vez si hablamos de un individuo del cual su reflexividad como persona se licuo por completo, como componer si es puro impulso? ¿Frente a ese puro acto que existe pero no se organiza, la muerte es una forma de terminar y no dejarse arrastrar por una marea negra que solo desgasta? (y recordando que cuando Georges ahoga con la almohada a Anne, esta resiste gimiendo y tirando patadas).







3- Fuera de foco y nuevas percepciones

Luego del hecho el viejo no manifiesta remordimientos ni mucho menos. Hace algunas cosas –escribe una carta, recorta unas flores-. En una vuelta un plano nos muestra como Georges duerme. Se despierta. Escucha unos ruidos; parece que vienen de la cocina ¿Qué será? Va a ver que pasa y se encuentra a su mujer lavando los platos. Como si nada. “Puedes ponerte los zapatos”, le dice Anne. Un Georges sorprendido le hace caso. La pareja de ancianos se prepara y sale para la calle.

Interesante el concepto que expresa este fuera de campo de Haneke. Un fuera de campo que abre un intérvalo entre una sensación y como se comprende dicha captura; se siente una presencia pero entra en un impasse la lectura del hecho. Esos “ruidos que vienen de la cocina” expresan finalmente para Georges una nueva situación que rompe con la lógica primera de su mapeo del mundo y la memoria de reacciones establecidas para ese ordenamiento, que a su vez sus acciones también ordenaban. El ser vacila. La pregunta se hace urgente: ¿Cómo después de ser asesinada, Anne se encuentra viva y sin desvariar?

Nosotros como espectadores ingresamos en este juego también: ¿no será un cuelgue del viejo? Pero otro plano nos muestra a Eva ingresando a la casa. Recorre sus habitaciones y se sienta en un sillón. Contempla su entorno y parece que no hay nadie. No, entonces no es un delirio del viejo, nos decimos, es algo extraño pero que sucede de verdad. Pero ¿la película no empieza con una escena donde entra una cuadrilla al departamento y encuentra a la vieja muerta en su cama con un ramo de flores en la mano? ¿Entonces la hija desvaría también? ¿O seremos nosotros entonces?

Ante un nuevo escenario para la pareja por el delirio de Anne, se interviene de una manera singular generando un cuidado que escape del depósito hospitalario. Desde esta lógica se mata como parte de un proyecto conjunto abriendo a su vez una nueva pantalla de juego donde se licuan los criterios de verdad, no sólo para los personajes del film, descansando nosotros en ser simples espectadores testigos de su locura, sino que también somos arrastrados a ese remolino donde los radares sensibles fallan y no dan cuenta de lo que acontece.

Más allá de la pareja octogenaria y su vida clasemediera en una potencia occidental, Amor de Haneke es una experiencia que nos involucra intensamente. De hecho toda la película podría funcionar como un sacudón del encuadre de nuestras vidas y nos haga repreguntarnos sobre las condiciones de nuestra personalidad, de reconocer los lapsus de la misma y que información nos brindan esos momentos, como a su vez, la importancia de armar terrenos efectivos para transitar nuestra existencia como individuos en épocas donde nuestros esquemas perceptivos no nos orientan fácilmente. Dicho de otra manera, Amor de Haneke es una película que nos recuerda vitalmente que vivimos en el tiempo del lobo.



Bibliografía

Deleuze, G. (2009): Cine 1. Bergson y las imágenes, Ed. Cactus, Buenos Aires.
Simondon, G. (2009): La individuación, Ed. Cactus y La Cebra, Buenos Aires.


2 comentarios:

  1. Interesante texto sobre un interesante autor.

    Partiendo por el título del post, el Amor visto desde el punto de vista de Haneke justifica el acto de matar y lo argumenta con la búsqueda de la paz. He ahí la presencia de la paloma: Georg abraza a la paloma.

    Bastante idóneo finalizar con la conexión de El tiempo del lobo.

    Un gusto tu blog, lo visitaré seguido.
    Saludos!

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  2. Gracias por tu comentario!

    Si, la película está atravesada por un permanente simbolismo: la imagen de la paloma, los sueños, las huellas de un supuesto intento de robo...

    Que bueno que te haya gustado el blog

    Abrazo!

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