jueves, 22 de noviembre de 2012


El alma en guerra: cruzada sensible por el conurbano

Pequeño ensayo a partir de la campaña evangélica del pastor Carlos Annacondia, realizada del día 7 al 17 de Noviembre del 2012, en la Universidad de La Matanza, San Justo.












1-La campaña: una intervención política a pensar

Unos afiches callejeros anuncian un encuentro evangélico en la universidad de La Matanza. Los afiches exponen un rostro: es Carlos Annacondia. Pastor evangélico nacido en La Matanza, perteneciente a la Misión Cristiana Mensaje de Salvación, de la Unión de las Asambleas de Dios, desde hace 20 años viene encabezando sus campañas. Las campañas son movidas que se realizan en diferentes puntos de la Argentina y otros países (Chile, Paraguay, España). La campaña que se vivirá en San Justo durará 10 días con 3 horas de jornada más o menos cada uno -arranca a las 8 de la noche- y es gratuita. Sus propósitos manifiestos son desde ayudar a encontrarse con dios por primera vez, pasando por fortalecer el espíritu para los ya creyentes, como de pedir milagros. Todas las campañas cuentan con una consigna; la de San Justo será “Para la familia en crisis, Jesús es la respuesta”.

Dijimos que el lugar elegido es la universidad de La Matanza. Vamos llegando. Es el primer día. Son las siete y media de la tarde. En la puerta principal de la universidad ya notamos un detalle: la diferencia entre los cuerpos universitarios, bien vestidos, la mayoría de tez blanca, caminado seguros, con la gente que iba para la campaña: andar desorientado, remeras gastadas, gorritas, y bolsas con botellas de plástico de gaseosas marca falopa. Hay gente de todos lados: San justo, Luzuriaga, Celina, Merlo, Catán, Casanova, hasta de Esteban Echeverria y La Plata. Claramente hablamos de sectores populares, de diferentes sexos y edades (“A ellos igual les cuesta venir, ja ja” nos aclaran por los hombres). Los malestares que expresa la gente van desde los problemas familiares, las enfermedades, como de secuencias jodidas de adicción (droga y alcohol).


Un tipo de seguridad nos explica a un par por donde entrar. Bordeamos la universidad por la avenida Perón, pasamos enfrente del Hospital Italiano, y haciendo 300 metros más o menos, visualizamos los primeros vendedores ambulantes. Ya Estamos. Pregunta: ¿Qué nos trajo hasta acá? Una mínima investigación política: si bien este escrito no busca resumir todas las aristas que atraviesan el mundo evangélico, como siquiera agotar las dimensiones de las campañas del mencionada Annacondia, si me parece fundamental la captura de algunas pistas para comprender una máquina que construye una intervención sobre diversos malestares sociales, diseñando subjetividades, estéticas, y despertando emociones muy intensas. Lejos de la adhesión, como también de la subestimación y la risa boba, me parece un gesto político importante ensayar algunas coordenadas sobre esta movida para problematizar la misma. Para eso nos vinimos tres días distintos (el primero, el quinto, y el último) e hicimos un par de preguntas a diferentes personajes de la campaña. A lo largo de estas noches sentiremos de todo: gracia, perplejidad, emoción, como bronca por situaciones que realmente rozan lo siniestro.


2- Distribución espacial y temporal

   Entramos. El predio es gigante. El diagrama es el de un show (acá ya vinieron a tocar Lerner, Montaner). A la derecha de la entrada hay una carpa donde se vende algo de comida como panchos, paty, agua y gaseosas (de alcohol ni hablar). A la izquierda, un poco alejado del resto, hay baños químicos; más cerca, una carpa donde se promociona “El canal de luz” (TV religiosa) como otra donde se reciben pedidos para rezar por ellos en los diversos templos de la zona. En el medio observamos tres cuerpos de sillas de plástico (generando una capacidad para 2 mil personas). En el fondo hay montado un escenario con dos torres de sonido bastante grandes y con buena iluminación. Arriba del escenario toca una bandita, escoltada por banderas de diferentes países latinoamericanos y de España. Al costado del escenario, tanto a la izquierda como la derecha, hay unas carpas amarillas donde son llevadas las personas que caen desmayadas, cuestión que explico mas adelante. A la derecha hay otra carpa blanca, más pequeña, donde está Annacondia y el resto de los organizadores. En medio de la ciudad, una movida bajo el cielo, de noche, rodeados de pasto, le da a la campaña un toque natural, casi paradisíaco.

De la organización de la campaña hay un personal encargado. Voluntarios de iglesias de la zona, son de diferentes géneros y edades. Sus funciones se reconocen por el color de sus pecheras: por un lado los consejeros (pechera azul, para asesorar y tomar datos de los fieles para que sean invitados a participar de los templos, y hacen un cordon entre los 3 cuerpos de sillas para que el agite no desborde); camilleros (de amarillo, levantan gente desmayada); mantenimiento (de blanco, gris, hacen limpieza). No olvidemos a unos tipos con una camisa violeta, handy en mano, moviéndose por todos lados y coordinando un poco a los demás. Desde el escenario también se reciben indicaciones cuando algo falla.

A lo largo de la noche el lugar explota. Se vive todo con gran intensidad y no hay importantes cortocircuitos a la vista. Aparecen algunas cosas, como alguien que perdió las llaves del auto a una nena perdida (de 6, 7 años). Hay algunas chispas también en lo operativo de la campaña: críticas de los pastores con los camilleros por donde tienen que pararse (“vamos, veo gente sin su camillero detrás, esto lo practicamos…”), como de personas que demoran sus testimonios en el escenario y son sacadas casi a empujones.

El lugar es vigilado por fuerzas de la Bonaerense, de La Matanza y agentes de tránsito, también del municipio. El lugar cuenta con estacionamiento. Los pastores y el mismo Annacondia lo recuda en varias oportunidades: “No dejen el auto afuera, aquí hay lugar. Entren por aquella calle, ehh. Póngalo aquí adentro, si, que dios lo protege.”

La campaña está serializada en diferentes etapas sucesivas cada una cronometrada. El compás de las mismas esta programado y ejecutado por los organizadores. Cualquier persona es libre de entrar como de salir cuando quiera. Con algunas variantes, el formato será bastante parecido a lo largo de estas 10 noches.

Hay diferentes rituales: al principio tenemos la previa: desde las 7 y media, una banda toca arriba del escenario temas evangélicos. A las 8 arranca puntual. Es el momento ahora de un pastor que interpela al público con frases y comentarios varios buscando un ida y vuelta divertido. Se cantan canciones, se baila. Se van intercambiando los pastores-animadores (son dos). Escuchamos que convocan a todos aquellos que hayan vivido un milagro en otras campañas, que se acerquen al escenario. Siguen las canciones. Todos bailan, levantan las manos, gritan. Ahora se van todos los pastores y queda la banda sola.

Llegamos a la hora y se abre un segunda gran momento. Con la presentación de un pastor que vuelve al escenario, damos la bienvenida al pastor Carlos, Carlos Annacondia. Tremendos aplausos y gritos. Se lee la Biblia. Luego suben las personas convocadas por haber recibido milagros en otras campañas. Más tarde llegan las liberaciones, lecturas de la biblia, y después las sanaciones.

Se abre un impasse. Vuelven los pastores animadores con cánticos. Se pide que se acerquen aquellos que hayan experimentado algún milagro en el ritual de la sanación.

Vuelve Carlos para encarar la recta final de la noche. Escucha los milagros de la gente, habla su mujer y se da lugar a la imposición de manos de varios pastores. Llegamos al cierre. Tuvimos dos horas con el pastor Carlos y 3 de jornada en total.


3- Animar









Nuestro cuerpo no es algo abstracto sino que es efecto de las cartografías sociales de época: hay sujetos productivos (el cuerpo como músculo), sujetos informáticos (el cuerpo como cerebro), como sujetos energéticos (el cuerpo como nervio). La campaña es un dispositivo que genera una enorme energía, donde los cuerpos tanto decaídos como limados por el abrumador peso de los quilombos cotidianos, reciben caudales de fuerza anímica y paz para sus nervios. Esta maquinaria afectiva presentará oscilaciones bien marcadas: del agite de las canciones y las imposiciones de manos de Anaccondia, a la introspección intensa de las lecturas bíblicas y palabras del pastor.

El rol de Annacondia y de los otros dos pastores, es el de animar la campaña. ¿Qué es animar? Eso: dar ánima. Si bien siempre la atención principal está en el escenario, los fieles como público son interpelados permanentemente y participando de la fiesta, con frases, estribillos de canciones, chistes. Una banda arriba del escenario toca temas pegadizos del repertorio evangélico. La gente levanta las manos, canta, baila. En una vuelta el cantante de la banda pide: “A ver, ahora ustedes solos”: haciendo pogo, la gente canta el estribillo más intenso de un hit; a los cordones formados por el personal de la campaña le cuesta mantener el orden, las sillas vuelan, todo se desbanda…

Permanentemente el discurso de los pastores nos recuerda estar viviendo un momento único, singular: “Donde haya gente que hable de mi, ahí estaré”. El evangelio es invocado para afirmar que Cristo está con nosotros. Esta presencia espectral acompañará todo el tiempo a lo largo de las noches, indicación también de que todo puede pasar: “Levante la mano quien cree que Jesús ya empezó a hacer milagros esta noche” Todos levantan las manos y acompañan con la frase “Amén, amén”.

El rol de los pastores como animadores se alimenta claramente de un formato televisivo. Interesante como un diseño de la industria cultural permea en la religión. Si para Weber la ética protestante generó un formato subjetivo que permitió el desarrollo del trabajo capitalista y un cuerpo productivo, ahora, un esquema del capital se trafica en la religión (aunque no olvidemos que para muchos el capitalismo es una religión, como afirmaba Benjamin).

Esta atmósfera alegre logra su mayor intensidad en los episodios denominados de “Liberación”, “Las Sanaciones” como de “La Imposición de Manos”. Rituales donde escuchamos las palabras de Carlos, su imposición de manos, gritos y exclamaciones. Varias personas caen desmayadas y son llevadas por los camilleros a las carpas. Hay casos donde no solo hablamos de energía sino también de mejoras funcionales en los cuerpos efecto de esa energía desplegada, como en el ritual de “Las sanaciones”. Annacondia vocifera: “¡Tócate tu tumor!”, “¡Tócate tu hernia de disco!”, “¡Fuera drogas!”. Vemos gente que cae y es llevada a las carpas. Luego algunas de ellas dan testimonio; suben al escenario y cuentan que pasó: suben un par y afirman haber sentido un fuego adentro muy fuerte, y relatos de mejorías físicas. Hay una mina que dice “Tenía el pie plano y ahora me salió la curva… Sentí un crac y ¡Miren!” (salta mostrando la pata) “¡Y eso que yo había pedido otra cosa!”. Pasa una vieja. Un pastor-locutor nos comenta lo suyo: sufría artrosis, le dolía mucho la espalda. Carlos le pregunta “¿Y ahora señora?”. “Ahora estoy bien, ¡Mire!”. La vieja se agacha. “¿No le duele nada?”, repregunta Carlos  ¡Viva dios!”, grita Annacondia, “¡Viva!”, contesta la gente. “¡Siga señora, siga, agáchese, salte, salteee!”, reclama excitado el pastor. La vieja se agacha y se para, una vez, dos veces, tres veces, saltando como una rana.


4- La Biblia: manual de instrucciones

En el discurso que circula en el escenario por parte de los pastores, encontramos un mundo dividido de forma binaria: por un lado lo bueno –donde Dios esta presente- y por otro lo malo –allí donde acecha el Diablo. Esa presencia maligna es la culpable de múltiples malestares: problemas familiares, depresiones y enfermedades, son los hits afectivos que más sonarán en la campaña (lo dijimos pero lo repetimos: sea en las expresiones de los fieles como de los pastores, los problemas económicos no se hacen presentes).

En la primera lectura de la Biblia, afirma Annacondia: “Este es un mundo donde podemos ser felices. Dios no da todas las posibilidades. Pero hay un precio a pagar: obedecer.” La Biblia, ese “manual de instrucciones” debe ser la guía de toda persona. Por haber olvidado esas enseñanzas es que vivimos en un mundo en crisis, sumergidos en una “espantosa decadencia”.

Un punto importante de estas noches para comprender la normativa evangélica es la aparición de María Annacondia, esposa de Carlos. Su marido la convoca y ella sube al escenario. Rubia, pelo suelto, vestida de blanco; un aura angelical ilumina ahora el escenario. Toma el micrófono y enuncia los 4 preceptos para vivir en dios: 1) No hay imposibles para el señor; 2) Hay que obedecer la Biblia; 3) Pedirle a Dios mediante la oración; 4) Participar activamente de los templos cercanos. Termina de hablar y rugen las palmas. Le devuelve el micrófono a su marido, le da un besito, y este le coloca suavemente la mano arriba del hombro (reminiscencias que se repiten todas las noches; el pastor Carlos y su familia modelo, con nueve hijos, buen pasar económico, en fin: la familia perfecta).

Cualquiera puede entrar a la comunidad. No interesa el pasado más atroz: drogadicto, chorro, asesino, no importa. Todos son bienvenidos si están dispuestos a recibir a Dios. El alma más sucia se purifica con su convicción de vivir en la iglesia y sus verdades. Pero a partir de ese momento, debe ser estricto el apego a la norma bíblica para lograr la felicidad y la posibilidad del milagro. Algo en lo que se hace hincapié todo el tiempo es en eso, los milagros; la posibilidad de pedir y que esos pedidos por más que suenen imposibles, siempre podrán efectuarse. A Dios hay que pedirle y aquello que tanto se desea y parece escapar del dominio del hombre, ocurre. De ahí que uno de los sentidos primordiales de las campañas sea convocar el acto del milagro. La necesidad de demostrarlos científicamente es una expresión que se repite varias veces; ya contamos que uno de los rituales de la ceremonia evangélica era la subida al escenario de varias personas para manifestar sus vivencias milagrosas sea de otras campañas o de la misma campaña que se presencia, demostrando que gracias a Dios es posible lo imposible. “Miren, la única verdad es la realidad” afirma varias veces Annacondia, citando al general.


5- El alma en guerra

En su genética mas íntima el clima de la campaña es de un tenor bélico (recordemos que a las campañas también se las denomina cruzadas…). El proyecto es vivir en Dios para ser felices. Para esto hay que alejar el mal que siempre acecha en sus diversas formas. ¿En que radica ese mal? En primer lugar se combate cualquier tipo de relativismo, onda Claudio María Domínguez: que hay varios senderos, que todos conducen a lo mismo, el amor, etc., o el ecumenismo católico, que propone un dialogo entre diversos credos. Acá no: el único camino es Dios. No hay otro. Otros dardos se disparan a los falsos ídolos: en el ritual de la liberación se grita “¡Fuera San la Muerte!”, “¡Fuera Gaucho Gil!”, “¡Fuera Macumba!”, ¡“Fuera adivinanzas de Tarot!”. Otro antagonismo estalla con determinadas prácticas o rasgos de personalidad. ¿De qué hablamos? “¡Fuera homosexualidad!”, “¡Fuera juego!”, “¡Fuera drogas, alcohol!”, “¡Fuera suicidio!”, son algunos ejemplos.

Estos antagonismos discursivos, múltiples, se armonizan en ser parte de lo mismo: presencias del diablo en el mundo. Contra el hay que luchar. La retórica que se escucha toda la noche viene bastante cargadita: a los gritos de “Fuera”, “Romper cadenas”, “¡Sal!, ¡Sal Satanás!”, el fiel aprende que vive en guerra. Su alma es blanco de tentaciones que debe saber defenderse. Paradójicamente, es una guerra donde siempre hay un ganador, que es Dios. La vida será una guerra eterna donde cada batalla tendrá siempre al mismo vencedor.

Dentro del cristianismo, tácitamente se critica a la Iglesia Católica: con respecto al tema de la alegría, los gritos, y la exaltación de las reuniones (tildadas de circo, por muchos curas), como la posibilidad del milagro (rebaten el cuestionamiento de vincularse con Dios solo para pedir). Todas las defensas emprendidas se respaldan con citas bíblicas.

Al menos en esta campaña no hay críticas ni mención alguna a ningún político ni gobierno en especial; aunque el 7 de noviembre, el día que arrancaba la campaña, Annacondia se reunió con el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza.


6-Propagación e información

Uno de los sentidos de las campañas es tanto afianzarse y propagarse. Afianzar la pertenencia de aquellos ya identificados con su movida como de aquellos nuevos que se acercan. La capacidad preformativa de la campaña es potente. Aquellos que ocupan el rol de organizadores del dispositivo lo saben y lo dicen; como Annacondia, sobre los primerizos de estas noches festivas y espirituales: “Muchos vienen a ver que pasa, por curiosidad, pero es imposible no sentir la palabra de dios…” De eso se trata: sentir. La afectividad que circula por los cuerpos es intensa, y no pocas veces, sin tener nada que ver con este tipo de reuniones, nos sorprendimos aplaudiendo o respondiendo consignas de los pastores-conductores. Pero los mismos animadores hacen mención que hay que prepararse para encontrar a Dios, que hay que estar dispuesto. La conclusión es que no cualquiera hace masa con este dispositivo, pero su capacidad de acción es potente. Esto se percibe en el ritual de la liberación, donde la gente es convocada a acercarse al escenario para recibir bendiciones y dejar atrás el pasado para abrazarse con dios. La gente camina con las manos levantadas, cantando, escuchan las palabras del pastor, murmurando palabras para ellos, varios llorando y riendo al mismo tiempo.

La campaña es una ceremonia itinerante. Navega por diferentes zonas. Pero este movimiento tiene dos entradas. Por un lado para afianzarse en un espacio urbano determinado necesita del trabajo acumulado en esos territorios. Cada campaña se articula con un laburo cotidiano de los templos de la zona, como el caso de los voluntarios que participan de la logística de la movida, como de la difusión por la zona que se le brinda. Pero la campaña también busca fortalecer y propagar el hacer evangélico en esos lugares por donde transita. En las diversas noches se agita varias veces sobre la necesidad de ir al templo, de participar de la vida religiosa, como al finalizar las diferentes jornadas, los consejeros salen con unos pequeños formularios a completar por los fieles, para que se sumen a templos cercanos (las iglesias son las que pertenecen a su vez a la Unión de las Asambleas de Dios).

Entonces: la campaña se alimenta tanto de los territorios, como busca fortalecer los mismos; y para potenciar a estos debe ser potente en si misma, y para esto demanda un laburo fuerte en los territorios, y así sucesivamente. A la realidad de las iglesias, se le suma una red de medios como radios, periódicos en papel y on-line, canales de tv, grupos de Facebook, y hasta avionetas con locutores que nos anuncian las campañas… En esta dialéctica caminan las cruzadas y la construcción de la fe evangélica.

Lo último: además de reconocer a las campañas como una máquina animadora de cuerpos averiados por los diversos conflictos y afecciones sociales, también nos interesaría reconocer a esta movida y muchas de las prácticas que la sustentan, como una importante máquina de percepción urbana. Los diferentes grupos que funcionan en los templos sobre problemas familiares o adicciones, son un ejemplo de los recursos de una máquina de percepción en tanto dispositivo que recoge y procesa información diversa: desde cuales son las principales afecciones de la gente, de cómo interpelar personas y armar grupos, de cómo sostener esos grupos que se armaron, y más. Ni hablar que esta información tiene un procesamiento específico desde el parámetro evangélico, pero sin mecanismos que proveen saberes de los otros, no hay procesamiento posible de nada. Esta data no solo sirve para perfeccionar el funcionamiento de los templos o las campañas, sino que es un profundo escaneo sensible de los cuerpos de nuestra época en general.

Hasta acá llegamos. Las campañas son un collage complejo de espectáculo mercantil, valores religiosos -algunos ultraconsevadores-, citas al peronismo y vida comunitaria, todo con una sustancia marcadamente popular. Mientras el foco de nuestro pensamiento muchas veces se posa en el híper-individualismo, la cultura publicitaria y el marketing como saber, este tipo de movidas –que toman prestados muchos de los elementos de esta lógica- cuentan con otros saberes, estéticas y normativas que sería importante prestarles atención. Repetimos lo que ya dijimos antes: no para sumarnos por que no es algo que nos simpatice, pero si para considerarlo como un entramado vital que hace a la vida de hoy, y que vale la pena tomarse el trabajo y el tiempo de intentar pensarlo. Hace varios años, en una Cerdos y Peces investigando sobre estas cosas, desprendía Symns la siguiente conclusión:

“Un pueblo que no desarrolla su espacio mágico y utópico es un pueblo sin imaginación que se vera sometido inexorablemente por los designios de un futuro planificado y diagramado. Pero un pueblo que ha sido invadido y sometido en ese mismo espacio mágico se vera expuesto a un peligro mucho mayor: la manipulación psicótica de su destino imaginario”.




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