Ni gato ni soldado: pensando el Puterío
“Es todo Puterío” escuchamos y decimos miles de veces. Puterío. Una palabra que nos suena demasiado: laburo, amigos, barrio, fútbol, parejas, la tele… ¿Qué queremos decir? En las siguientes líneas no busco dar una definición exacta, sentenciar algo así como “mirá, esto es el Puterío”; simplemente vamos a problematizar, a poner arriba de la mesa algunas de las situaciones que activan una palabra que deambula demasiado por nuestras conversaciones.
1- El puterío y las palabras
El Puterío es una movida discursiva. Procedimiento que consiste en bombardear la figura de un alguien para estropearla. Se hace creer una imagen de alguien a los demás, con el fin que esos demás al creer en esa imagen, modifiquen sus conductas.
En la lógica del Puterío hay roles: el que boquea; el boqueado; los que escuchan al bocón.
El que boquea armando puterío conoce de sobra el poder de las palabras. El lenguaje es como un virus, decía Burroughs: los dichos se propagan y encuentran cuerpos con defensas bajas y hacen efecto. Cambian conductas. Advienen epidemias.